«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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EDITORIAL
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17 de febrero de 2022

Sánchez miente y los húngaros ya lo saben

Las sesiones de control al Gobierno en el sistema parlamentario español son sencillas de explicar. Los portavoces de la verdadera oposición preguntan sobre algo que ellos, como representantes de una parte notable de la sociedad española, consideran que requiere una explicación y el presidente o uno de sus ministros responden cualquier otra cosa. Algo que en la vida real, es decir, la que está extramuros de la Carrera de San Jerónimo, no se consiente, no ya por la falta de educación que supone, sino por su inutilidad. No hace falta decir, pero lo dejamos escrito, que esta técnica de cinismo gubernamental pagado con el dinero de nuestros impuestos causa un distanciamiento pernicioso entre los gobernados —los de la vida real— y los gobernantes.

El mejor ejemplo de esta técnica lo pudimos ver ayer en la sesión de control al Gobierno, cuando el líder de VOX, Santiago Abascal, preguntó a Pedro Sánchez por las medidas que va a acometer el Gobierno para acabar con la dependencia energética que los españoles, los de la vida real, sufren en sus facturas de luz y gas, por no mencionar aquellos que tratan de mantener una entereza de ánimo —no echarse a llorar— cuando van a llenar el depósito de su automóvil. Recordó Abascal en su pregunta sin adjetivos que, desde el año 2020, con Sánchez en el poder, la inflación ha subido un 6 por ciento; la electricidad un 46 por ciento; el butano, un 47 por ciento; la gasolina, un 23 por ciento y el diésel, un 25 por ciento. Y recordaba Abascal que el modelo de transición ecológica sanchista sólo ha conseguido que España pierda soberanía energética y los españoles, poder adquisitivo.

Esta pregunta de Abascal, pertinente, necesaria, urgente y hasta díriamos, vital para todos aquellos que no tenemos la fortuna de aprobar una partida de 40.000 euros para snacks —cacahuetes y bebidas alcohólicas— en el Falcon, fue contestada por el presidente en aplicación de la doctrina «manzanas traigo» con esta respuesta que copiamos, en su literalidad, del Diario de Sesiones del Congreso que también pagamos con el dinero de nuestros impuestos:

«El señor PRESIDENTE DEL GOBIERNO (Sánchez Pérez-Castejón): Muchas gracias, señora presidenta.

Señoría, usted ha hablado de las matemáticas y la perspectiva de género. Quiero informarle de que ha sido detenido un joven por asesinar en Alcalá la Real a una niña de catorce años. Por tanto, el hablar de perspectiva de género cuando estamos hablando de educación es fundamental, precisamente para no frivolizar con la violencia de género que sufren muchos niños y muchas niñas también. (Aplausos).

Hace pocos días le vi con varios dirigentes y líderes europeos. Le vi con Viktor Orbán, le vi con Le Pen, le vi también con el primer ministro polaco y con otros líderes que son referencia para su partido y para usted. Viktor Orbán —no sé si sabe usted— modificó una ley precisamente para identificar la homosexualidad con la pedofilia. Ha planteado en las elecciones que van a tener lugar dentro de pocas semanas un referéndum contrario a la homosexualidad, vinculándola con la enfermedad. Le Pen está pidiendo la salida de Francia de la Unión Europea, del euro. Y también le he visto hace pocas semanas con Bolsonaro, que, como todos bien sabemos, es un líder de referencia política para los antivacunas y que, sin duda alguna, también pone en cuestión el cambio climático en el planeta, no solamente en nuestro país. Esta es la cuestión, señoría, ustedes niegan la realidad, no hacen caso a lo que dice la ciencia. Usted no va, por ejemplo, a Glasgow, a la Conferencia de las Partes vinculada con el cambio climático, y escucha lo que dijo el secretario general de Naciones Unidas de que la humanidad está utilizando la naturaleza como si fuera un retrete. Y todas las previsiones que está haciendo ahora mismo la ciencia están apuntando que, dentro de muy pocos años, vamos a estar por encima de los dos grados y medio. Por tanto, tenemos que hacer un esfuerzo entre todos para que esa transición energética sea justa, para que los jóvenes de hoy y de mañana puedan recibir un planeta habitable y, sin duda alguna, para hacer que territorios y personas no sean damnificados por esa transición energética. En eso está el Gobierno de España, señoría; ustedes están a otra cosa, en negar a la ciencia, en negar la evidencia, en negar el futuro no solamente a los jóvenes sino también a los territorios; todo lo contrario de lo que está haciendo este Gobierno. (Aplausos)».

La demagogia explícita en esta respuesta del presidente del Gobierno es una degeneración de la democracia. Ante una pregunta técnica sobre los problemas reales de los españoles, excitar los sentimientos elementales —nunca mejor dicho— de sus votantes con una respuesta inútil, sería risible, si no fuera porque, además de hablar de retretes, introduce mentiras lamentables sobre otros Gobiernos extranjeros, pero sobre todo, sobre el Gobierno democrático de una nación soberana como Hungría que en ningún caso, jamás, ha identificado legalmente a la homosexualidad con la pedofilia, ni el referendo convocado por Viktor Orbán relaciona a la homosexualidad con una enfermedad.

Parece que el presidente, en su ignorancia oceánica, desconoce que hay húngaros que hablan español. Uno de ellos, la eurodiputada del partido Fidesz y ex embajadora de Hungría en España, Enikö Györi, que al poco publicó el siguiente trino:

Si ya es grave que el presidente del Gobierno nos mienta a los españoles y se niegue a afrontar las dramáticas consecuencias de su gestión de la soberanía energética y que tanto afecta a los sufridos contribuyentes y a la pequeña y mediana empresa, causa pasmo que en sede parlamentaria y en el ejercicio de su cargo, Sánchez mienta sobre el sentido de un referendo democrático avalado por el Tribunal Constitucional de una nación soberana y socia de la UE como Hungría. Un referendo que, además, está en consonancia con los derechos universales de la infancia y la legislación de la práctica totalidad de los países avanzados que depositan en los padres la última palabra sobre la educación de sus hijos. Incluida, por cierto, la Constitución española que Sánchez, el socio de etarras y golpistas, prometió por su conciencia (?) y honor (???), acatar , cumplir y hacer cumplir, y defender.

El trino de la ex embajadora húngara nos abochorna. A todos los españoles, sobre todo por la constatación de que no sólo somos los sufridos pagadores de impuestos los que conocemos que nuestro presidente es un mentiroso patológico. De ahí, quizá, buena parte de nuestra irrelevancia internacional.

A Pedro Sánchez le asiste el derecho de que no le guste que haya europeos que quieran volver al proyecto de construcción de una Europa de las naciones soberanas sin tutelajes globalistas ni imposiciones ideológicas. Si él, u otros en el centro-reformista, quieren que España se convierta en una provincia pequeña y periférica de un gigantesco conglomerado woke y veintetrentista, bien está. Ya veremos qué opinan los españoles. Pero deje en paz a la democracia húngara, que sabe bien lo que es un régimen totalitario socialista, y respete su libertad. Y sobre todo, no mienta. Que por más que esto sea un deseo de cosas imposibles, sus mentiras nos avergüenzan, como queda demostrado.

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