Es un hecho que la objetividad periodística es una quimera, o lo que es lo mismo: un monstruo imaginario que vomita llamas y tiene cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón. Algo irreal que se nos ofrece como posible.
El periodismo no puede ser objetivo. Así lo escribimos porque lo conocemos. Pero sí honrado. Y nada hay de honradez en el hecho cierto de que todo lo que dirán los medios amaestrados del bipartidismo del discurso de mañana de Ramón Tamames, candidato propuesto por Vox para la moción de censura a Pedro Sánchez, ya está escrito.
Contra esta realidad, el profesor Tamames, en la entrevista concedida a La Gaceta que publicamos hoy y que es la última conversación del candidato antes de acudir al Congreso a defender su candidatura, pide a nuestros lectores que estén atentos a su discurso. No a lo que ya han escrito que ha dicho. No a los titulares manipulados, a los borradores caducados ni a los análisis de parte.
Lo que reclama Tamames es la honradez de la escucha atenta, sin apriorismos ni juicios inducidos, al discurso de un hombre independiente de cualquier partido. Independiente incluso de los 52 diputados de Vox que le conceden la oportunidad de exponer las razones —sus libérrimas razones— por las que la legislatura debe acabar de inmediato antes de que la inestabilidad, la incertidumbre y el desánimo que han sido los ejes de la acción del Gobierno de Pedro Sánchez, puedan dañar más a la nación histórica y a los españoles.
Para este empeño, Tamames cuenta con una ventaja. Chiquita, pero ventaja. La de que es tal la expectación creada, que millones de españoles escucharán en directo el discurso del profesor y forjarán su propia opinión antes de que la mayoría de los medios, en editoriales y artículos que para desgracia del oficio ya están escritos, les digan qué tienen que pensar.
Que al contrario de tantos, Vox y el profesor Tamames quieran tratar a los españoles como mayores de edad y como electores críticos capaces de generar sus propias conclusiones, es algo inédito en la historia del parlamentarismo español. Ya sólo por esto, la moción condenada al fracaso por los vicios de representatividad de nuestro sistema electoral, será un éxito.
Para formar parte de ese éxito, sólo hace falta que escuchemos mañana con atención a Ramón Tamames. Y sólo después decidamos con la ayuda de la irrenunciable independencia de nuestro pensamiento crítico, si votaríamos, o no, al profesor como presidente del Gobierno para llevar a España a unas elecciones generales inmediatas.