Entre un descabellado silencio de los medios, sólo roto por unos pocos periodistas que han hecho del insulto a VOX el complemento específico en su nómina a fin de mes, Santiago Abascal presentó ayer su Agenda España como oposición reactiva ante el avance de la Agenda 2030 patrocinada por las elites financieras y compartida con entusiasmo por los grandes partidos. Mucho hemos escrito sobre esa Agenda 2030 y sus propósitos globalistas tan alejados de la identidad y la soberanía de las naciones y de sus gentes, pero lo esencial es que la Agenda 2030 está diseñada en contra de todo lo que es normal y su aplicación depende de intromisiones ilegítimas en la vida normal de las personas normales, es decir, de la inmensa mayoría de los españoles.
La Agenda España presentada por Abascal ante una multitud de gente normal ayer en el recinto de Ifema es una compilación de medidas de puro sentido común que cualquier español normal —normal es la palabra y no otra— entiende.
Lo normal es la defensa de la familia como institución anterior al Estado y centro. Lo normal es la igualdad real —no la artificial—, la defensa activa de la propiedad y su libre transmisión familiar, la educación basada en la normalidad del esfuerzo y la simplificación de la relación de los españoles con la Administración. Lo normal es que un español pueda recibir una atención médica completa en cualquier rincón de España. Lo normal es que los españoles exijamos la gestión inmaculada del dinero de nuestros impuestos y que podamos vivir —estudiar. emprender, opositar y trabajar— en español, la lengua de todos y de más de 500 millones de hermanos en la Iberosfera. Lo normal es que elijamos a quienes quieren vivir con nosotros. Lo normal es la defensa de las tradiciones, que es una parte sustancial de la identidad, del ethos español, de lo que somos porque nuestros mayores fueron antes que nosotros.
Lo normal es lo visible y se reconoce en todo lo que es bueno. En la Agenda España de VOX hay mucho y muy bueno de esa beneficiosa normalidad a la que tantas veces hemos aludido en este editorial y que en ningún caso pasa por alimentarnos con gusanos. Lo esencial, ahora, es que el lector lea las propuestas de la Agenda España y las compare con la Agenda 2030. Y luego, que decida en libertad qué camino quiere que sigamos: el de Abascal o el de Sánchez en compañía de otros.