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31 de marzo de 2022

VOX fue el primero en condenar a Putin, pero qué más da

El secretario general de VOX, Javier Ortega Smith (EP)
El secretario general de VOX, Javier Ortega Smith. Europa Press

VOX soporta desde el comienzo de su vida pública un aluvión de etiquetas e insultos sólo por defender como principio insobornable que la Historia no se debe reescribir desde un absurdo presentismo. La última muestra de esta táctica izquierdista de manipulación ocurrió ante la negativa de los concejales de VOX, y al frente de ellos Javier Ortega Smith, a retirar la Llave de Oro de de Madrid al presidente ruso Vladimir Putin que se le concedió en 2005 con motivo de su visita al Ayuntamiento durante su viaje de Estado a España. Hoy, Putin, invasor de Ucrania, es un criminal súbito. En 2005, a pesar de que ya había ordenado laminar Chechenia con bombas de racimo y no eran pocos los que le acusaban de controlar a la oposición política con veneno y balas, el PSOE y el PP recibieron al presidente ruso con indescriptible entusiasmo y agradecimiento por la respuesta solidaria de Rusia ante los atentados sufridos el 11 de marzo de 2004. El mismo entusiasmo con el que hoy, solos o en compañía de los restos cadavéricos de Ciudadanos, emplean para hacer protestas de encendida putinofobia y acusar a VOX, que fue el primero que condenó sin ambages la invasión rusa de Ucrania, de ser el correo del Zar o algo por el estilo. Increíble; pero España y ellos, junto a su rechazo a la verdad, son así.

La realidad es que ese galardón simbólico se concede de manera automática a todos los jefes de Estado que en visita oficial a España, son recibidos en la Casa de la Villa. A todos, sin excepción. Repasemos a vuelapluma otros mandatarios que han recibido la Llave de Oro y que, sin duda, no la merecerían si fuera a la persona y no por el cargo que ocupaban como representantes de un pueblo.

El hoy ex presidente de Bolivia, Evo Morales, ese corrupto socialista abusador sexual y reo de estupro que gusta de embarazar menores de edad. El ex presidente peruano Alejandro Toledo, hoy encarcelado en una prisión estadounidense por sus más que presuntas corruptelas en los casos Lava Jato y Odebrecht. El hoy ex presidente chino Hu Jintao, dueño de las Llaves de Oro de Madrid desde 2005 y presidente entonces de un régimen criminal como la China comunista. Nadie con un mínimo de formación niega la participación de Hu Jintao como alto funcionario del PCCh en la represión de la libertad en el Tibet o su adhesión inquebrantable a la matanza en la Plaza de Tiannanmen cuando era secretario del Comité provincial del Partido Comunista en Ghizou. A falta de newtrales, podemos verificar y verificamos que Alberto Ruiz Gallardón, alcalde entonces de Madrid, no puede ser etiquetado como un avieso procomunista.

Podríamos seguir con el dictador libio Muamar el Gadafi, que llegó en 2007 al Ayuntamiento de Madrid con despliegue de jaimas y seductoras escoltas cuatro años antes de que el supervillano padrastro del socialismo árabe fuera empalado y asesinado a tiros. Que los distintos alcaldes que ha habido desde entonces, y los grupos políticos que los sostienen, no hayan tenido el tiempo de retirarle la Llave, tampoco significa que sean progadafis. De cajón.

También habrá que recordar que el Ayuntamiento de Madrid, gobernado entonces por el socialista Juan Barranco, concedió en 1988 la llave de oro a Erich Honecker, presidente de la RDA, la que le gusta al nostálgico de la URSS Alberto Garzón. La visista del dictador alemán ocurrió sólo un año antes de la caída del Muro de Berlín y apenas tres años antes de que Honecker fuera procesado por delitos contra los derechos humanos de los que sólo se libró con su muerte en 1989. Pero no creemos, nadie debería hacerlo, que si el todavía alcalde Martínez Almeida y la todavía vicealcaldesa tuitera, Begoña Villacís, tuvieran un arrebato de revisionismo, quisieran retirarle un honor a un comunista difunto y VOX se negara —que lo haría—, se pudiera acusar a Javier Ortega Smith de prohonecker liberticida. Sería una estupidez. A la altura de acusar a VOX de putinófilo, sobre todo cuando es Ortega Smith quien se refiere una y otra vez al presidente ruso como «el tirano».

Hay más jefes de Estado inapropiados a posteriori que han firmado en el libro de honor de la Villa y Corte: Cristina Fernández de Kirchner (ojalá pudiéramos preguntar al asesinado fiscal Alberto Nisman qué le parece la concesión); el presidente de Vietnam, el comunista Nguyen Minh Triet o el Rey Abdalá de Arabia Saudí, férreo guardián del wahabismo y financiador de su expansión internacional con todo lo que conlleva.

Con su negativa a retirar un galardón simbólico a un tirano en guerra, VOX, que ha dado pruebas más que sobradas de oposición firme y decidida a la criminal invasión rusa de Ucrania, demuestra una profundidad de pensamiento que agradecemos. Con lo fácil que hubiera sido votar a favor de retirarle las llaves y el saludo a un autócrata como Putin, VOX ha elegido el camino difícil y áspero, pero benéfico y desconocido en la política española: el de la coherencia.

Si los partidos querían exponer su rechazo a Putin, ahí estaba, a su disposición, la declaración de persona non grata, perfecta porque no cae en la contradicción de retirar al presidente ruso lo que se mantiene para criminales del otro lado del Telón como Honecker, dictadores comunistas chinos como Hu Jintao, abusadores sexuales bolivarianos como Evo Morales y otros corruptos dirigentes de la Iberosfera.

En estos tiempos de verificadores que sólo verifican lo que el amo quiere que verifiquen, de vez en cuando es bueno ir a las fuentes originales y no dejarse llevar por campañas tóxicas que se agudizan cada vez que alguna encuesta demoscópica señala que VOX está a punto del sorpasso… pero no al PP, sino a todos. Así, quizá, se entienda mejor.

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