Asturias no es región para jóvenes. Bien podría ser el título de una película, pero en este caso la realidad supera a la ficción. La mitad de los jóvenes del Principado con edades comprendidas entre los 20 y los 39 años emigran. La región perdió en las dos últimas décadas, del 2002 al 2022, el 50,1% de su población comprendida entre esas edades. Esto hace inclinar la pirámide poblacional hacia los más mayores, situando a Asturias con una media de edad de 49 años, la más alta de España, seguida por Castilla y León, en torno a los 48 años.
El estudio que ofrece estos datos, elaborado por el avilesino Alejandro Macarrón Larumbe, coordinador del Observatorio Demográfico del CEU, hace un exhaustivo análisis de la población no sólo asturiana sino española. En el periodo de 1976 a 2021 los nacimientos se redujeron en Asturias en un 73% y la cifra sube incluso al 78% si se tienen en cuenta solo las madres nacidas en España. Es la peor cifra del país se mire como se mire. Y sin ir tan lejos: El Principado registró la mayor caída de nacimientos de España en el primer semestre de este año: 2.165, la cifra más baja desde que existe este histórico.
El conjunto de España perdió de 2002 a 2022 al 35,9% de población entre 20 y 39 años de edad, lo que supone casi 4,5 millones de empleados menos menores de 40 años, sin contar a los inmigrantes. Por provincias, y detrás de Asturias, están Vizcaya (–49,8%), Zamora (–47,9%), Guipúzcoa (–47%), Valladolid (–46,9%) y León (–46,9%). Curiosamente, todas pertenecientes a País Vasco y Castilla y León.
La caída de jóvenes en Asturias es debida a la emigración y a los pocos nacimientos. Durante décadas Asturias encabezó la tasa de fecundidad más baja de Europa si bien ahora es Canarias quien peor está en esta faceta con 0,88 hijos por mujer. Asturias ocupa el segundo puesto por la cola de toda la Unión Europea con 0,92 hijos por mujer, y en los ocho primeros puestos de este negativo ranking europeo aparecen otras cuatro comunidades españolas: Galicia (1,02), Cantabria (1,07), Castilla y León (1,10) y Baleares (1,12).
Con todo ello, Asturias se ha convertido en una comunidad en la que se ha visto aumentada la inmigración, pero el propio autor del este estudio, Alejandro Macarrón Larumbe, alerta de que con la inmigración se corren riesgos, entre ellos “que venga demasiada población extranjera atraída por un Estado de bienestar generoso y con control laxo de fronteras” y que haya una “deficiente integración sociocultural, lo que puede conllevar más delincuencia, yihadismo, fracturas sociales”.
