«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

¿Cuál de estas dos imágenes defiende la libertad individual de la mujer?

Para la izquierda ya no es correcto ver a una mujer libre trabajando en una carrera de Fórmula 1, pero sí los burkas islámicos que dejan al descubierto solamente los ojos.

El feminismo radical ha logrado eliminar las azafatas en las carreras de la Fórmula 1 tras denunciar que «estos estereotipos únicamente perpetúan la cosificación de la mujer».
Ya no es correcto ver a una mujer libremente trabajando en un paddock, pero sí ver al icono del progresismo, Cristina Pedroche, con vestidos trasparentes cada 31 de diciembre. Esto último no cosifica ni es machismo, sino que libera a las mujeres del yugo heteropatriarcal.
A la progresía, que acierta en pedir igualdad salarial, un reclamo necesario, y en exigir mejoras en el acceso de la mujer al mercado laboral, no le importan nada, sin embargo, las azafatas que ahora se van a quedar en paro por sus ridículas ideas. Por su sectarismo.
Son solo las azafatas. Si preguntas qué hay que hacer entonces con las actrices que se desnudan en el cine… no te responden. Y si lo hacen siempre es con un «facha» o un «machista» tan recurrente.
No hay argumento que sostenga la prohibición de modelos en competiciones deportivas mientras, por ejemplo, se defiende el velo o burja islámico. Y es que, señalan, Alá ordenó en el Corán que la mujer cubra sus encantos dejando al descubierto solamente -en el mejor de los casos- su cara. Y hay que aceptarlo. Pero no solo lo aceptan sino que lo reivindican como símbolo de libertad. Así, en las marchas contra el presidente estadounidense Donald Trump tras ganar las presidenciales, las feministas reivindicaron los «derechos de las mujeres» con velos islámicos, un símbolo de opresión, según numerosas organizaciones defensoras de DDHH que añaden que este tipo de prendas son «herramientas que se utilizan para controlar a las mujeres». 
Y ni una palabra, claro, sobre la potestad del hombre para golpear a una mujer en países islámicos o el papel residual que tiene esta en las sociedades regidas por la Sharía.
La izquierda, que siempre ha odiado la libertad y la belleza, no solamente se centra en la Fórmula 1 sino que quiere la desaparición de las azafatas en todos los eventos deportivos. «Que se sostengan los deportistas las sombrillas», aseveran. Bien jugado, pero que Serena Williams o Rafael Nadal recojan también las pelotas de tenis, ¿no?. O que Cristiano Ronaldo o Messi se doblen ellos las camisetas con las que salen a jugar cada domingo.
Dicen que uno de los principales problemas es que las niñas, cuando ven las competiciones, el único referente femenino que encuentran son las azafatas y eso está lejos de motivarlas para ser deportistas». No tienen en cuenta que no hay nada malo en que una niña quiera ser azafata. Eso también es libertad, aunque no les guste.
Otro argumento que utilizan para es que «las mujeres que aparecen entregando trofeos en los podios no son únicamente un reclamo publicitario, sino que, al colocarlas al lado de un varón vencedor, se enfatiza que son «mujeres premio», un reclamo absolutamente objetualizado». Es decir, si el presidente de la UEFA, que entrega la Champions League, aparece junto a Sergio Ramos -u otro capitán- el próximo 26 de mayo en Kiev a eso de las 22:40 de la noche… ¿será también un hombre premio?.
¿Ven la dimensión del delirio?
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