Podemos hace un uso continuo del castellano que roza lo absurdo, pero su portavoz traspasó este martes todos los límites.
Irene Montero me genera cierta simpatía. Es una portavoz dura y que defiende los intereses de su partido por encima de todo, como debe de ser. Sin embargo, en los últimos tiempos ha caído en una dinámica que ha atrapado a Podemos prácticamente de su fundación: usar el lenguaje a su antojo para defender teóricos postulados feministas saltándose todo tipo de regla.
Es la única explicación a lo que Montero realizó este martes en el Congreso de los Diputados: «Este miércoles habrá un acto con diferentes portavoces y portavozas». Sí, portavozas.Seguro que Arturo Pérez-Reverte está revolviéndose en su butaca mientras agita una copa de brandy.
Desconocemos el cargo al que quería hacer referencia la podemita, pero no cabe duda de que, tras años de matraca del Partido Popular con el tema, aquí sí podemos hablar de herencia recibida.
El Gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero se convirtió en experto en la materia y numerosos miembros de su gabinete quedaron en ridículo por su uso particular del lenguaje. El momento más sonado nos lo regaló la entonces ministra Bibiana Aído y su «miembros y miembras».
Pedro Sánchez, gran defensor del uso del masculino y el femenino en cada frase, siguió la línea impuesta por Aído.
Tania Sánchez también tuvo su momento de gloria. La diputada de Podemos aseguró el 24 de enero de 2017 que «un país democrático es un país con memoria. Hoy se cumplen 40 años del asesinato de los abogados y abogadas de Atocha».
La diputada de Podemos obvió, sin embargo, que ese día en la calle madrileña no murió ninguna mujer. Un grupo de pistoleros irrumpió el 24 de enero de 1977 en el número 55 y asesinó a cuatro abogados y un sindicalista. Además, otros cuatro letrados resultaron heridos.
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