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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Callosa: 400 días de custodia y uno de infamia

Los herederos de los verdugos demuestran que hay carcajadas tan viles como un disparo por la espalda.

La entrada a Callosa de Segura está presidida por un cartel con el nombre de esta localidad alicantina con una cruz dibujada con spray. La pintada advierte la dimensión que ha adquirido este símbolo religioso para los vecinos del pueblo. Unos metros más adelante una pintada contradice el sentir general: “No a La Cruz”.

Pasan 30 minutos de la medianoche y todos los accesos a la plaza de España de Callosa están cortados. El despliegue policial es tremendo: patrullas de la Guardia Civil impiden la entrada al lugar en el que desde 1940 una Cruz erigida junto a la iglesia de San Martín recuerda a los 81 vecinos del pueblo asesinados por el Frente Popular en la retaguardia.

Una de las inscripciones iba dedicada a José Antonio Primo de Rivera, fusilado a unos kilómetros de aquí, en la cárcel de Alicante. La mención al fundador de la Falange fue la coartada de los promotores de la eliminación de la Cruz para tildar el monumento de franquista. En 2012 los callosinos pasaron por el aro retirando esta placa, quizá fue el día en que la Cruz de Callosa comenzó a resquebrajarse.

Horas antes una multitud rodea la Cruz para impedir su derribo. Son los custodios que llevan más de 400 días defendiendo el símbolo religioso en el que se fotografiaron el día de su primera comunión o el de la boda. Aunque muchos las tienen en color estas fotos serán en blanco y negro para siempre. De repente un despiste es aprovechado por los guardias civiles para establecer un cordón policial: muchos de los custodios han ido a por algo de comer al bar y cuando regresan del descanso se encuentran con la plaza tomada por una treintena de agentes de la benemérita. Mala señal.

Los vecinos aguardan entre expectantes y desmoralizados la llegada de la grúa que ha de llevarse la Cruz de los Caídos. Quién sabe si definitivamente. La noche se salda con dos detenidos. Uno de ellos por resistirse a abandonar la Cruz al grito de “Por Dios y por España”.

Casi a las 4 de la mañana la grúa llega a la plaza entre los abucheos de los vecinos. Varios operarios comienzan a cortar la Cruz por la base, nada de desmontarla con el pedestal. Esa precipitación suscita la desconfianza de los vecinos, que están convencidos de que todo es una jugada del alcalde para adelantarse al pronunciamiento del Tribunal Superior de Justicia de Valencia sobre las medidas cautelares presentadas por la Plataforma en Defensa De la Cruz. Un día más tarde el juez da la razón a los ‘malpensados’ al paralizar las obras con las que el alcalde socialista Francisco Maciá pretende borrar de un plumazo 78 años de historia.

El reloj de la Iglesia de San Martín (¡qué preciosidad!) marca las 6:15 y la espera se hace insoportable para quienes llevan en pie día y noche soportando el frío de enero con entereza legionaria.

De pronto, el asco: un grupo de jóvenes de extrema izquierda irrumpe en la plaza para provocar a los vecinos ante la pasividad de la Guardia Civil, que no interviene hasta que el lío es inevitable. Los radicales jalean al son del himno de Riego la retirada de la Cruz de la plaza de España con el mismo entusiasmo que los bárbaros arrasaban Roma. Hace tiempo que nada de lo que ocurre en la calle concuerda ni de lejos con el relato (¡maldita palabra!) de los grandes medios de comunicación, que fieles a su agenda y no a la realidad habían alertado de la posible presencia de elementos de la extrema derecha en el pueblo. Fake news.

A pesar de las mofas al recuerdo de las víctimas tan sólo una persona se encara con los provocadores que se crecen en la pasividad general. Los herederos de los verdugos demuestran que hay carcajadas tan viles como un disparo por la espalda. Aunque hay más risas en la plaza. El alcalde Francisco Maciá también celebra la retirada de la Cruz al modo en que lo hacen sus cachorros, es decir, entonando el himno republicano. Un vídeo filtrado por uno de sus concejales deja en evidencia el sectarismo del regidor socialista. A la mañana siguiente, por cierto, abandona sus obligaciones. La versión oficial habla de una inoportuna “indisposición”.

Callosa amanece el lunes, ya sin su Cruz, con la esperanza de que la Justicia restituya la misma. Pero no parece probable, pues este mismo mes el PSOE ha propuesto que cualquier mención positiva al régimen de Franco (la seguridad social, la sanidad pública, los pantanos o la creación de la clase media) sea contemplada como delito. El PP, que prometió derogar la ley de Memoria Histórica, sigue de perfil en la Moncloa. Qué Cruz.

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