La Segunda República declaró el Estado de Guerra en toda España para frenar la revolución de Asturias y el separatismo catalán
La sesión en el parlamento regional de Cataluña del pasado miércoles fue surrealista. Se votaba una ley ilegal, se hacía apología de varios delitos y se vestía todo ello de un supuesto derecho a decidir que planteado de la manera parcial en la que lo hacen Puigdemont y sus secuaces no es sino una imposición de los menos a la mayoría de los españoles.
En medio del circo que se vivió en esa sesión del parlamento autonómico de esa región de España, no pasó desapercibida la acción de la diputada Ángela Martínez Castells, del grupo parlamentario Catalunya si que es Pot -es decir, Podemos-, que retiró las banderas de España dejadas por los diputados del PP y las tiró al suelo.
Después, a modo de justificación, dijo: “Mi bandera española es la republicana, la que toda la vida he defendido. La republicana no la hubiera sacado nunca de ningún sitio; al contrario, quiero que vuelva”.
Además de su contribución al circo en el que se convirtió el parlamento, la señora Martínez demostró que desconoce totalmente la Historia de España, el periodo republicano y, sobre todo, la determinación con la que la Segunda República atajó el problema del separatismo catalán.
Para sacar a la señora Martínez de su desconocimiento de esa Historia, vamos a recordarle cómo actuó el gobierno republicano el 7 de octubre de 1934 después de que el presidente de la región catalana declarase ilegalmente, como pretende Puigdemont, el Estado Catalán.
El Diario Oficial del Ministerio de la Guerra publicaba un parte oficial de la Presidencia del Consejo de Ministros en el que se afirmaba literalmente lo siguiente: “En Cataluña, el Presidente de la Generalidad, con olvido de todos los deberes que le impone su cargo, su honor y su responsabilidad, se ha permitido proclamar el Estat Catalá.
Ante esta situación, el Gobierno de la República ha tomado el acuerdo de proclamar el estado de guerra en todo el país”.
Un día antes el Capitán General de Cataluña, Domingo Batet, había disparado un único cañonazo contra la sede de la Generalidad en la que Luis Companys y un grupo de separatistas armados pretendían hacerse fuertes para defender, supuestamente, la república catalana.
Tras derrotar a los sediciosos, Batet volvió a colocar la bandera republicana -esa que tanto gusta a la señora Martínez- en la fachada del edificio de la Generalidad.
Alguna publicidad valiente y la ayuda desinteresada de muchos lectores como tú han hecho posible esta noticia. Conoces nuestra línea editorial, a contracorriente de la ideología dominante y desacomplejadamente comprometida con la dignidad humana, la unidad de España y la identidad de Europa. No es fácil ni es barato sostener un medio de comunicación que beba de estos postulados, siempre contra los más poderosos. Por eso te pedimos que nos ayudes con una aportación, que formes parte de nuestro proyecto, que ayudes a que sigamos incordiando al Poder. Puedes hacerlo de varias maneras, infórmate aquí.