La actividad política vuelve al Parlament y aunque algunos payasos ya no están, los trucos son básicamente los mismos.
Dos meses y un día (más IVA, que diría Sabina) han pasado desde que los catalanes acudieron a las urnas para elegir el rumbo que debía tomar la comunidad autónoma tras meses de zozobra separatista. Los ciudadanos optaron por Inés Arrimadas, pero la matemática parlamentaria hizo imposible un intento de investidura y los independentistas propusieron a Carles Puigdemont, el expresidente cesado tras la aplicación del artículo 155 en Cataluña que vive los estertores del ‘procés’ desde una mansión belga.
Eligió Waterloo Puigdemont como Napoleón 200 años atrás, cuando el emperador, recién regresado del exilio en la isla de Elba, se propuso conquistar los Países Bajos y se enfrentó a las tropas británicas holandesas y alemanas dirigidas por Wellington. El francés no tuvo reparos en abandonar el campo de batalla en el momento de mayor peligro -¿Les suena de algo?- y acabó en mitad del Atlántico tras la restauración de la corona de Luis XVII meses después.
Torrent convoca para este jueves a las 17 h el pleno de investidura de Turull
A continuación le llegó el turno a Jordi Sánchez. El exlíder de la ANC, preso en Soto del Real, fue la baza elegida por los secesionistas para desbloquear la situación. El segundo candidato contaba con el apoyo de ERC y previsiblemente de la CUP, pero finalmente renunció a la investidura y a su acta de diputado de Junts per Catalunya para intentar salir de la cárcel.
El tercero en discordia era Jordi Turull. Nieto político de los Pujol e hijo del 3%, Turull no convencía ni siquiera a parte de su partido. Sin embargo, la decisión del juez Pablo Llarena de comunicar a los implicados en el ‘procés’ los autos de procesamiento este viernes sirvió de acicate a los dirigentes secesionistas. Roger Torrent inició una ronda de consultas exprés, saltándose todos los tiempos parlamentarios, y a partir de las cinco de la tarde comenzará el pleno de investidura.
El Supremo procesará este viernes a los imputados por el 'procés'
En Cien Años de Soledad, Gabriel García Márquez describe la fascinación que siente José Arcadio Buendía por los inventos que lleva a Macondo cada año Melquiades. Tal es la oscinación del protagonista con el gitano, que no tiene reparos en entregar tantas monedas como tiene a su disposición para comprar un pequeño pedazo de hielo. «Esto es el futuro», le dice Buendía a su esposa Úrsula Iguarán mientras acaricia orgulloso el pedazo de agua congelada.
Por fortuna los catalanes de hoy en día no son tan ingenuos como Buendía y Barcelona no es Macondo. La ciudadanía ha despertado ante las falacias rupturistas y el discurso mayoritario ha virado a posturas favorables a la unidad de España. Las miles de banderas esteladas que poblaban los balcones han dado paso a enseñas nacionales y las marchas contra el separatismo convocan a miles de personas.
Sin embargo, nadie podrá librar hoy a los catalanes de una nueva jornada de bochorno donde los principios democráticos serán pisoteados una vez más. El Parlament reabre sus puertas y aunque algunos payasos ya no están, los trucos son básicamente los mismos.