El desamparo de la clase obrera

Es curioso contemplar la suerte de las tradiciones nuevas, de las fiestas civiles traídas por la ideología, y un interesante juego mental imaginar a los que primero hicieron de este día una jornada de reivindicación de los derechos de la clase obrera observando en qué quedó su fiesta. 
En la primera de El País leo que ‘El feminismo toma la voz en los actos sindicales del 1 de Mayo’, sobre un plano sospechosamente primerísimo de una manifestación en Madrid, todo mujeres y con el morado podemita dominando en las pancartas. 
No hace falta recordar ya, creo, que la izquierda ha dejado caer a la clase obrera disimuladamente de sus prioridades. Por supuesto, seguirá vagamente presente en su argumentario, pero perdida en la hojarasca de causas más apremiantes y rentables. No hay muchos, entre los que sostienen la pancarta de la cabecera en estas manifestaciones que haya visto un torno o un hazadón ni en foto. 
El feminismo es una causa más apetecible. El proletariado es un concepto mucho más lábil hoy, transformada la nuestra en una economía de servicios, que hace cien años, especialmente en autoidentificación y en eso que llaman ‘conciencia de clase’. Las mujeres, en cambio, son la mitad de la población, y no es fácil que esa proporción se altere sustancialmente. 
En El Mundo no hacen de ello tema principal, pero sí lo citan en su primera, encabezando la columna de la derecha: ‘UGT y CCOO pasan del separatismo al feminismo’. ¿Ven lo que les digo? Es una búsqueda desesperada de oprimidos autodesignados de cuya causa vivir como hasta ahora. O sea, muy bien. 
Las otras noticias son la victoria del Madrid -que ocupa toda la portada de ABC- y el hundimiento del PP en la Comunidad de Madrid en provecho de esa difusa incógnita que es Ciudadanos.