La apropiación de tierras de cultivo en Europa por otros agentes externos a los agricultores, donde predominan supermercados y fondos de inversión, ha provocado alarma en el sector al disparar los precios, además de amenazar la seguridad alimentaria en la Unión Europea (UE). La creciente compra de suelo agrícola por parte de actores que no están directamente vinculados al trabajo en el campo ha puesto contra las cuerdas a miles de agricultores, especialmente a los jóvenes, que ven cada vez más inaccesible el sueño de poseer sus propias tierras.
El fenómeno no es nuevo, pero ha adquirido una dimensión más preocupante en los últimos años. Ya en 2011, la Hoja de ruta hacia una Europa eficiente en el uso de los recursos advertía sobre el avance de la urbanización y la construcción en zonas naturales y agrícolas. La tendencia, conocida como «sellado del suelo», se ha acelerado con el tiempo. Según datos de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), en 2022 ya se habían convertido en superficies impermeables más de 97.700 km² dentro del territorio comunitario.
El detonante del debate en estos días ha sido el caso de un agricultor irlandés de las afueras de Dublín que, tras vender sus tierras para la construcción de un centro comercial, dejó a su familia una herencia de 95 millones de euros. Aunque pueda parecer una anécdota aislada, se trata sólo de un ejemplo más de cómo las tierras cultivables están siendo absorbidas por dinámicas de especulación urbana o comercial en múltiples rincones de Europa.
Este tipo de operaciones está alimentando la preocupación de entidades agrarias y políticas. En febrero, el Comisario europeo de Agricultura, Christophe Hansen, alertó de que la adquisición de terrenos por parte de agentes ajenos al sector agrícola —incluidos inversores extranjeros, grandes cadenas de distribución y fondos financieros— está provocando una inflación artificial en los precios de la tierra, limitando gravemente el acceso de los profesionales del campo a nuevas superficies de cultivo.
El Consejo Europeo de Jóvenes Agricultores (CEJA) ha sido una de las voces más insistentes en denunciar lo que consideran una amenaza directa a la sostenibilidad del modelo agrario europeo. Desde 2023, esta organización advierte de que el ritmo acelerado de la transformación del suelo agrícola en áreas urbanas o infraestructurales está debilitando la capacidad de resistencia del sistema alimentario comunitario.