Julián O. P., detenido en septiembre de 2021 por matar de 65 puñaladas a un hombre con el que se citó a través de una app, será juzgado a partir del próximo 11 de septiembre por un jurado popular en la Audiencia Provincial de Madrid.
El fiscal y la acusación particular, que defiende a la hermana de la víctima, califican el crimen ocurrido en un piso de Carabanchel de asesinato y solicitan 25 años de cárcel, la mayor pena que acarrea este delito.
Será un jurado popular el encargado de dictaminar sobre los hechos que considere probados, teniendo en cuenta que las acusaciones y el procesado mantienen versiones totalmente dispares.
«Calificamos los hechos de asesinato porque la víctima no se pudo defender», ha subrayado el abogado Julen Martínez, del despacho Valmaseda Abogados.
Según consta en la declaración ante el juez, el asesino mantiene que quedaron el 23 de febrero de 2018 a través de una app y que la víctima vivía cerca suyo, compartiendo los gustos sadomasoquistas en las relaciones sexuales.
En un momento determinado, se produjo «una pelea encarnizada» a raíz de que le hiciera una brecha en el cuello en el marco de los juegos violentos que practicaban. «Yo estaba lleno de sustancias y muy ido», apuntó el acusado, indicando seguidamente que se le fue de las manos.
«Fueron dos minutos de locura y no recuerdo más porque estaba hasta arriba de sustancias», manifestó ante el instructor, a quien indicó que le apuñaló pero no de gravedad. La víctima cayó de espaldas, él entró en pánico y se fue del piso sin saber que había fallecido. «No supe reaccionar. No sabía qué hacer. Lo veía todo nublado», agregó.
El asesino mostró su arrepentimiento ante el magistrado y aseguró que era culpa de las sustancias que consumía desde los 15 años. «Yo soy católico, apostólico y romano», dijo entonces.
Muerte a puñaladas
En su escrito de acusación, el fiscal afirma que la víctima no se pudo defender, ya que su agresor le atacó «de forma súbita y sorpresiva, clavándole de forma repetida y consecutiva un arma de doble filo con hoja de aproximadamente 1,5 cm de anchura». Le asestó hasta 65 puñaladas por diferentes partes del cuerpo, sobre todo cuello y abdomen.
Por estos hechos, solicita que se le condene a 25 años de cárcel por un delito de asesinato, sin contemplar ningún tipo de atenuantes, y por un delito de hurto, así como que indemnice con 24.000 euros a la hermana del fallecido.
La hermana, a través de su abogado, señala en su escrito de acusación que la autopsia dictaminó que la víctima «no contaba con ninguna herida de defensa significativa».
Agrega que «presentaba un 1,70 g/L de alcohol etílico en sangre horas después de su muerte, encontrándose en lo que se conoce como «fase de confusión», explicándose de esta manera «la vulnerabilidad del mismo ante los hechos acaecido».
Fue el 25 de febrero de 2018 cuando un amigo de la víctima alertó a la Policía de que le había encontrado muerto, desnudo y con varias puñaladas en su casa, situada en la calle Alejandro Sánchez de Madrid.
Debido al grado de preocupación del amigo, había contratado a un cerrajero para entrar en su casa, ya que llevaba dos días sin responderle y se tenía lo peor, como así ocurrió.
Pesquisas policiales
La víctima, Najuzaith Z.D., puertorriqueño de 35 años, tenía más de 40 puñaladas por todo el cuerpo, una de ellas mortal en el cuello. Tras el crimen, el agresor huyó a Argentina.
El Grupo V de Homicidios de la Policía Nacional comenzó una investigación por las redes sociales del fallecido y comprobó que había quedado con una persona, que al día siguiente había tomado un avión destino Perú, por lo que se convirtió en el principal sospechoso.
Asimismo, encontraron imágenes en cámaras cercanas a la escena del crimen donde se le ve y hallaron numerosos restos de AND en la casa del difunto, ya que sospechaban que habían mantenido relaciones sexuales con el asesino. Dichas muestras las cotejaron con otros halladas en la casa del sospechoso, dan resultado coincidente.
En ese momento, alertaron a las autoridades internacionales y a Interpol de su búsqueda, informando de lo ocurrido a Fiscalía. Así, gracias también a las redes sociales del presunto homicida y de sus familiares lo localizaron en un bar de un pequeño pueblo argentino, La Bombilla, en San Miguel de Tucúman, su localidad natal, donde ha sido arrestado.
Se trataba de Julián O. No había variado casi en nada su aspecto físico, que era similar al de su ficha policial. Los agentes creen que se escondió en varios países y varias casas.