«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
En el momento del apagón, las fuentes limpias proporcionaban el 66% de la electricidad

El Gobierno expropia las tierras a 1.000 agricultores y talará 100.000 olivos para plantar placas solares pese al apagón

Tala de olivos. Redes sociales

El Gobierno de Pedro Sánchez no rectifica con sus políticas ideológicas en materia energética. Pese al apagón del pasado lunes que afectó a todos los españoles durante varias horas —en algunos casos, más de medio día—, la instalación masiva de renovables ha provocado que cien agricultores andaluces sufran la expropiación de sus tierras, donde planean talar hasta 100.000 olivos para plantar placas solares.

Zonas de alto valor paisajístico y cultural, como los municipios jiennenses de Lopera, Arjona o Marmolejo, han sido el epicentro de una controversia que mezcla ecologismo forzado, intereses empresariales y abandono del campo tradicional. Estas tierras, cultivadas durante generaciones, aspiraban incluso a ser reconocidas por la Unesco como Patrimonio Mundial por su riqueza olivarera. Pero ni los argumentos arqueológicos ni los históricos lograron frenar los planes de instalación de macroplantas solares. Greenalia Solar, empresa al frente del proyecto, ha contado con el beneplácito institucional de la Junta de Andalucía y el Gobierno de España, desoyendo las alegaciones vecinales.

Ahora, tras el colapso energético que dejó sin suministro eléctrico a toda España, parte del sur francés y zonas de Portugal, resurgen las dudas sobre las decisiones adoptadas. ¿Se está construyendo un sistema energético fiable o, por el contrario, se está sacrificando el equilibrio del país en nombre de una transición verde mal planificada?

Según datos oficiales, en el momento del apagón, las fuentes limpias proporcionaban más del 66% de la electricidad en el país. Sin embargo, la energía nuclear apenas representaba un 10% y los ciclos combinados, un escaso 3%. Esta fragilidad, advierten los expertos, convierte al sistema en altamente vulnerable ante cualquier fallo repentino.

Adolfo Núñez, profesor del Máster de Energías Renovables y Eficiencia Energética en la UDIMA, afirma que este colapso «era previsible». La alta dependencia de tecnologías no síncronas como la solar o la eólica —es decir, que no aportan inercia al sistema— dificulta la compensación de desequilibrios cuando hay caídas bruscas de potencia.

Ingenieros como Jorge Morales de Labra también han señalado que la falta de sincronización entre distintas fuentes puede provocar desenganches en cadena. Aunque las investigaciones sobre el incidente aún no han concluido, los primeros análisis apuntan a una pérdida súbita de generación —probablemente de origen renovable— como causa principal.

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