El Gobierno de Pedro Sánchez pactó con el Vaticano y con el Arzobispado de Madrid la salida del padre Santiago Cantera del Valle de los Caídos y la «resignificación» de parte del conjunto monumental.
Se llevó a cabo en una reunión en el palacio de Terzia Logia el 25 de febrero entre el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, y el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolín. El acuerdo fue ratificado por el arzobispo de Madrid, José Cobo, el 3 de marzo.
Los términos de la negociación fueron claros: para garantizar la permanencia de los benedictinos se imponía la condición de que el padre Cantera y otros dos religiosos debían abandonarlo a la máxima brevedad posible.
El futuro del Valle
En cuanto al futuro del Valle, se pretende destinar como único espacio «dedicado al culto» el altar y las bancadas adyacentes de la Basílica de la Santa Cruz. El resto de instalaciones quedarán abiertas a ser intervenidas mediante manifestaciones «de carácter artístico y museográfico» que derivarán de un «concurso internacional de ideas» que «contará con un miembro en representación de la Iglesia».
En concreto, el vestíbulo, el atrio, la nave desocupada y la cúpula son considerados espacios que «no están destinados al culto y podrán ser objeto de intervenciones», según el eldiario.es.