«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Las viviendas de cinco o más personas se concentran en barrios de rentas bajas

El hacinamiento en los hogares de Madrid se dispara por los altos precios y la falta de oferta: «Vivimos 17 personas en 95 metros»

Viviendas en Madrid. Redes sociales

El alza del precio de la vivienda, la caída de la oferta de inmuebles y el boom del piso compartido han disparado el hacinamiento en los hogares, especialmente en los barrios más pobres. En muchas viviendas del sur de Madrid, convivir con varias familias bajo el mismo techo se ha vuelto una necesidad, no una elección. Esta realidad afecta de manera directa la salud física y mental de quienes la sufren, con especial impacto en la infancia.

En el distrito de Vallecas, una familia de seis personas se acomoda cada noche como puede en una pequeña habitación. Adela Vázquez, su esposo Juan Manzano y sus cuatro hijos duermen separados en dos colchones. Comparten el piso, de apenas 95 metros cuadrados, con otras dos familias, sumando un total de 17 residentes. La vivienda, situada en el casco antiguo del barrio, solo cuenta con un baño. La madre de Adela, dueña del inmueble, duerme en el salón. «Aquí no se vive, se sobrevive», lamenta Vázquez al diario El Confidencial.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) y el Ayuntamiento de Madrid reflejan con datos lo que ya es evidente en muchos hogares: los distritos del sur concentran los casos más graves de saturación residencial. Puente de Vallecas, Usera y Villaverde no sólo presentan las rentas más bajas de la ciudad (todas por debajo de los 33.000 euros anuales por hogar), sino también los espacios más reducidos por persona. La falta de espacio se traduce en menos de seis metros cuadrados por habitante en muchos casos, lo que la Comunidad de Madrid clasifica como hacinamiento extremo.

La situación no es ajena para Yohana Pereda, madre soltera y trabajadora del sector de la limpieza. Comparte con sus cuatro hijos un pequeño apartamento de 30 metros cuadrados en Puente de Vallecas. Duermen distribuidos en dos habitaciones, y la falta de privacidad y espacio ha minado el bienestar de toda la familia. «Vivimos con ansiedad constante. La casa se nos cae encima», confiesa. Desde la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid (FRAVM) aseguran que este tipo de casos se ha disparado, especialmente en pisos que califican directamente como «pateras», y que se encuentran sobre todo en zonas de alta densidad y bajos ingresos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya advierte de las consecuencias del hacinamiento: mayor riesgo de contagios, trastornos del sueño, cuadros depresivos y estrés persistente. Además, vivir en viviendas mal ventiladas o con humedad agrava enfermedades respiratorias como el asma o las alergias. Los más pequeños, por su sistema inmune aún en desarrollo, son los más vulnerables. En algunos centros de salud de barrios como San Cristóbal (Villaverde), los profesionales sanitarios detectan cada vez más casos de sarna y afecciones infecciosas, aunque muchos prefieren no hablar del tema por temor a generar alarma.

Para el doctor Pascual Caballero, pediatra y miembro del Comité de Expertos de la Fundación para la Cooperación Internacional (FCOMCI), el hacinamiento no solo dispara las enfermedades infecciosas como la tuberculosis o la bronquiolitis, sino que agrava un círculo vicioso: «Quienes viven en situación irregular temen acudir al médico por miedo a represalias, lo que empeora su salud y la del entorno en que viven», explica.

El Ayuntamiento dispone de datos que muestran la proporción de viviendas con más de cinco residentes. En barrios como San Cristóbal, Aravaca o El Plantío estas cifras son elevadas, pero no siempre implican hacinamiento, ya que en zonas de mayor renta las casas suelen ser más amplias. Aun así, el problema se agrava cuando al número de convivientes se suma la escasa superficie habitable y los bajos ingresos.

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