«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Mientras algunos piden su dimisión, otros apuestan por «resistir hasta el final»

El PSOE ya asume que la Justicia puede acabar sentando a Sánchez ante un juez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

En las filas socialistas el miedo ya no se centra en lo que se sabe, sino en lo que aún podría estallar. La confirmación de José Luis Ábalos, admitiendo que en el disco duro incautado por la Guardia Civil durante el registro de su casa existen grabaciones de conversaciones con Pedro Sánchez, ha disparado todas las alarmas.

Ábalos, poco dado a la discreción, había deslizado en distintos círculos que guardaba una «bomba» que podía comprometer al presidente. Ahora, el temor se ha extendido en todos los niveles del partido. Incluso dirigentes como Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, ya han empezado a verbalizar en público lo que antes sólo se susurraba: la posibilidad real de que la Justicia acabe sentando a Sánchez ante un juez.

La crisis divide al PSOE en dos grandes bloques. Por un lado, las bases, cuadros intermedios y dirigentes autonómicos y municipales que quedaron relegados tras el reparto de poder en 2023. Buscan un liderazgo que articule la crítica interna, pero saben que los estatutos y el férreo control del aparato hacen casi imposible desbancar al presidente mientras conserve el mando del partido.

Por otro lado, están los altos cargos que dependen directamente de Sánchez, atrapados en el mismo destino que su líder. En ese sector, el nerviosismo crece a medida que los escándalos se acumulan. Temen que la mancha de corrupción que investiga la Guardia Civil y la Justicia termine alcanzando de lleno a Pedro Sánchez.

Hasta ahora intentaban limitar la «corrupción» al núcleo de los denominados «tres de confianza». Sin embargo, cada vez cobra más fuerza un escenario mucho más grave: el procesamiento del propio jefe del Ejecutivo. Los procedimientos judiciales avanzan, los sumarios se multiplican y el riesgo de que algún magistrado decida citar a Sánchez ya es una hipótesis que se maneja abiertamente incluso dentro de su equipo.

Mientras algunos piden su dimisión, otros apuestan por «resistir hasta el final» bajo la tesis de que los jueces forman parte de una conspiración de la derecha. Un relato conspirativo que empieza a perder credibilidad incluso entre los más fieles.

La crisis institucional es de proporciones inéditas. En Moncloa ya no prima el interés del PSOE, sino la supervivencia personal de Sánchez y su núcleo de confianza. “Las estrategias no se cuentan”, repiten como consigna. Los mismos que durante años blindaron mediáticamente al presidente frente a cualquier disidencia interna.

Incluso antiguos colaboradores del presidente reconocen ya en privado que la situación no tiene salida, revela La Razón. Los escándalos afectan directamente a la estructura del partido y a la propia figura de Sánchez. La memoria colectiva de anteriores casos de corrupción vuelve a aflorar y destruye el relato de regeneración que el presidente pretendía vender.

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