El 26 de noviembre de 2009 hasta 12 diarios catalanes publicaron un editorial conjunto titulado La dignidad de Catalunya, exigiendo al Tribunal Constitucional que respetara el nuevo estatuto catalán aprobado tres años antes. La Vanguardia, El Periódico de Catalunya, Avui, El Punt, Segre, Diari de Tarragona, La Mañana, Diari de Girona, Regió 7, El Nou 9, Diari de Sabadell y Diari de Terrassa promovieron una iniciativa inédita en la historia de la prensa catalana y española.
Uno de los grandes responsables de aquel episodio norcoreano fue Enric Juliana, al que hace unos días le preguntó Ferreras en La Sexta por la posibilidad de que Ramón Tamames lidere la moción de censura contra Sánchez. Su respuesta, impropia de un paladín del europeísmo y la moderación: “Un hombre que hace 40 años habría sido detenido por VOX acabará haciendo el payaso en la tribuna del Congreso”.
Digamos que, aunque no tan explícita, la opinión de la mayoría del gremio va en la misma línea. Pedro Jota Ramírez apeló directamente al veterano economista titulando su carta del pasado domingo Ramón, no lo hagas. Este paternalismo practicado por la prensa lo hemos visto en otros lares como la SER. Hace dos años Ángels Barceló cogió de la mano a Pablo Iglesias para suplicarle (“Pablo, no te vayas”) que no abandonara el debate radiofónico que libraba con el resto de los candidatos a la Comunidad de Madrid. El líder de Podemos se ofendió cuando Rocío Monasterio le dijo que no se creía nada del Gobierno a propósito de los sobres con balas y la navaja ensangrentada aparecidos durante la campaña electoral.
Aquella historia de amenazas epistolares quedó archivada y hoy es sólo un mal recuerdo. Es probable que envejezca peor aún la consigna que estos días repiten los medios a vueltas con la moción. El subdirector de El Mundo se burla de que sea un veterano e independiente quien lidere la proposición: «Lo de Tamames es más grande aún que lo de rabocop. Se nos agota el asombro en esta sesión continua de esperpento, pero al menos las risas hacen más llevadera la inflación. […] Lo que VOX está haciendo con don Ramón, cuya biografía patriótica está muy por encima de la de VOX, no está bien moralmente pero tampoco estratégicamente, porque consolida a Vox como partido-ocurrencia y refuerza al PP como alternativa seria. Eso sí, será un filón para cronistas».
Claro que esto último, lo de reforzar al PP, fue el mantra más repetido en la censura al Gobierno de octubre de 2020, la que –según nos dijeron– ganó Casado. Viendo el precedente, haría bien Feijoo en tentarse la ropa.
Los halagos almibarados se sucedieron el 23 de octubre de 2020, día después de la moción. Ese día las portadas de La Razón («Casado devuelve el orgullo al PP«), El Mundo («Casado rompe con VOX para liderar el centroderecha») y ABC («Doble triunfo para Casado») desprendían una euforia propia de régimen de portada única.
Como era de esperar esas mismas ediciones incluían editoriales perfectamente intercambiables. El Mundo: «Casado lanza un órdago a VOX; el líder del PP sale reforzado como clara alternativa a Pedro Sánchez; ABC«: «El PP salva la trampa con nota»; La Razón: «La moción de Casado». Los titulares en páginas interiores tampoco reflejaban otro punto de vista. El Mundo: «Los barones del PP festejan la ruptura con el populismo»; «El bipartidismo gana y pierden los extremos».
Uno de los referentes de ABC, Ignacio Camacho, señalaba en una columna titulada Liberalismo sin complejos que «la derecha que le gusta a la izquierda es la que no gana elecciones». Su punto de partida era que esa moción, en realidad, no era contra el PSOE de Sánchez. «El PP parece haber comprendido al fin que VOX es un artefacto político creado para destruir la derecha liberal».
Proclamada entonces la victoria sin paliativos del PP queda por resolver el gran misterio: ¿por qué se oponen ahora a otra moción de censura?