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MENSAJE DEL MONARCA A LOS ESPAÑOLES EN NAVIDAD

El Rey Felipe VI llama a «fortalecer las instituciones» en su discurso de Nochebuena

El Rey Felipe VI en sl tradicional discurso de Nochebuena. Casa Real
El Rey Felipe VI en sl tradicional discurso de Nochebuena. Casa Real

El Rey Felipe VI ha hecho un llamamiento a «fortalecer las instituciones» en el discurso de Navidad que cada año dirige a todos los españoles. «Instituciones que respondan al interés general y ejerciten sus funciones con colaboración leal, con respeto a la Constitución y a las leyes, y sean un ejemplo de integridad y rectitud», ha dicho el monarca en lo que parece una referencia a la crisis institucional que atraviesa España como consecuencia del intento de asalto del Gobierno de Pedro Sánchez al Poder Judicial y al Tribunal Constitucional.

El Rey ha destacado los tres riesgos que en su opinión enfrenta España como democracia: la división, el deterioro de la convivencia y la erosión de las instituciones; y ha llamado a proteger estas últimas para que a su vez protejan a los ciudadanos y sus derechos.

Así, ha destacado la importancia de la unidad de la Nación representada en la Constitución Española y cuyos valores son la «referencia» en la que los españoles «debemos seguir encontrando la unión que nos asegura estabilidad, cohesión y progreso». «No podemos dar por hecho todo lo que hemos construido. Han pasado ya casi 45 años desde la aprobación de la Constitución y claro que han cambiado, y seguirán cambiando, muchas cosas. Pero el espíritu que la vio nacer, sus principios y sus fundamentos, que son obra de todos, no pueden debilitarse ni deben caer en el olvido», ha dicho el Rey.

Sobre el 2022, ha reconocido que ha sido un año «complicado y difícil» en el que, sobre todo, ha influido la guerra de Ucrania. El monarca ha dedicado buena parte de su discurso al conflicto al que ha calificado como una «nueva guerra en Europa» que tiene una «trascendencia global».

En este sentido, ha destacado la celebración de la Cumbre de la OTAN en Madrid que «sirvió para reforzar la unidad de todos los miembros de la Alianza, y también de la Unión Europea».

Como consecuencia de la invasión rusa, Felipe VI se ha centrado en la crisis energética y la subida de los precios que sufre España y Europa en general, pero ha llamado a confiar en la Nación y en la capacidad que ha demostrado en pasadas ocasiones para salir de las crisis. «Somos un país que, como ahora, siempre ha sabido responder –no sin dificultades ni sacrificios– a todas las adversidades, que no han sido pocas a lo largo de estos años», ha asegurado.

Además de la confianza en España, el Rey ha llamado a confiar también en Europa, a la que ha dedicado una parte importante de su mensaje, y en la Unión Europea, «que son las dos columnas vertebrales sobre las que se asientan nuestro presente y nuestro futuro».

«Somos Europa, pero también necesitamos a Europa, que es nuestro gran marco de referencia político, económico y social y que, por ello, nos ofrece certeza y seguridad. Estoy seguro de que el compromiso de España quedará reforzado con la Presidencia rotatoria de la Unión que asumirá el año que viene», ha incidido el monarca.

En la última parte de su discurso, ha vuelto a incidir en la importancia de cuidar la democracia, «protegiendo la convivencia» y «fortaleciendo nuestras instituciones». Y ha concluido con un mensaje de esperanza para todos los españoles: «Debemos seguir compartiendo objetivos con un permanente espíritu de renovación y adaptación a los tiempos. Con confianza en nuestro país, en una España que conozco bien, valiente y abierta al mundo: la España que busca la serenidad, la paz, la tranquilidad; la España responsable, creativa, vital y solidaria. Esa España es la que veo, la que escucho, la que siento en muchos de vosotros; y la que, una vez más, saldrá adelante. En manos de todos nosotros está».

A continuación puede leer el mensaje íntegro:

Buenas noches,
Me alegra mucho poder estar en vuestros hogares y seguir
cumpliendo con esta tradición de transmitiros mis mejores deseos,
sobre todo de paz, en esta Nochebuena; y también de compartir con
vosotros algunas reflexiones sobre los acontecimientos más
relevantes del año que ahora termina
.

El 2022 ha sido −está siendo todavía− complicado y difícil.
Como no han sido nada fáciles los últimos años. Cuando creíamos
haber superado lo peor de la pandemia —sin duda, la mejor noticia—
en el mes de febrero Rusia invadió Ucrania y, desde entonces, hemos
sido testigos de 10 meses de una guerra que ya ha causado un nivel
de destrucción y ruina difíciles de imaginar en nuestra realidad
cotidiana. Hemos vivido el sufrimiento del pueblo ucraniano y
seguimos sintiendo, con una profunda tristeza, la pérdida de miles de
vidas humanas.

A los ucranianos refugiados en nuestro país y a todos sus
compatriotas les enviamos, especialmente hoy, nuestro recuerdo y
afecto.

Estamos así, ante una nueva guerra en Europa, en las
fronteras de algunos de nuestros socios europeos y aliados, y, por
tanto, cerca de nosotros; y que no solo afecta a Ucrania, sino que
tiene una trascendencia global.

Por ello, nuestra seguridad también se ha visto afectada.
España, además de reforzar con nuestros aliados la capacidad de
defensa colectiva, se ha unido a la inmensa mayoría de la comunidad
internacional para apoyar a Ucrania; y para reafirmar su compromiso
de que la soberanía, la integridad territorial y la independencia de los
Estados son principios irrenunciables de un Orden Internacional
basado en reglas y que siempre debe buscar la paz.

En ese sentido, la cumbre de la OTAN que se celebró en
España, en Madrid, sirvió para reforzar la unidad de todos los
miembros de la Alianza, y también de la Unión Europea.
Esta guerra, junto a los efectos también de la pandemia, está
teniendo, además −como es evidente−, un profundo impacto sobre la
economía; ha provocado una crisis energética con consecuencias
graves en la industria, el comercio, el transporte y particularmente en
las economías familiares.

La subida de los precios, especialmente de los alimentos,
provoca inseguridad en los hogares. Tener que hacer frente a gestos
cotidianos, como encender la calefacción o la luz o llenar el depósito
de gasolina, acaba siendo una fuente de preocupación e implica –en
muchos casos– importantes sacrificios personales y familiares.
Porque, en efecto, hay familias que no pueden afrontar esta situación
de una manera prolongada y necesitan el apoyo continuo de los
poderes públicos para paliar sus efectos económicos y sociales.
Todo el nuevo escenario que vivimos –la guerra, la situación
económica y social, la inestabilidad y las tensiones en las relaciones
internacionales– está causando en nuestra sociedad, lógicamente,
una gran preocupación e incertidumbre. No podemos ignorar la
seriedad de estos problemas, pero tampoco podemos renunciar a que
las cosas puedan cambiar y mejorar.

Lo primero –y una vez más–, debemos tener confianza en
nosotros mismos, como Nación. La transformación y modernización
de España de las últimas 4 décadas, gracias al éxito de nuestra
transición a la democracia y la aprobación de nuestra Constitución,
avala esa confianza. Como también la justifica la superación de otras
crisis económicas, sociales o institucionales que hemos vivido; la más
reciente, la del Covid. Somos un país que, como ahora, siempre ha
sabido responder –no sin dificultades ni sacrificios– a todas las
adversidades, que no han sido pocas a lo largo de estos años.

Además de creer en nosotros mismos, en nuestra capacidad,
necesitamos –siempre, pero más aún en tiempos difíciles– el mayor
compromiso de todos con nuestra democracia y con Europa, con la
Unión Europea, que son las dos columnas vertebrales sobre las que
se asientan nuestro presente y nuestro futuro
.

● Las democracias en el mundo están expuestas a muchos
riesgos que no son nuevos; pero cuando hoy en día los sufren,
adquieren una particular intensidad. Y España no es una excepción.

Pero hay tres sobre los que quiero detenerme porque me parecen
muy importantes: la división es uno de ellos. El deterioro de la
convivencia es otro; la erosión de las instituciones es el tercero.
Un país o una sociedad dividida o enfrentada no avanza, no
progresa ni resuelve bien sus problemas, no genera confianza. La
división hace más frágiles a las democracias; la unión, todo lo
contrario, las fortalece.

En España lo sabemos por experiencia propia. Nuestra
Constitución, fruto del diálogo y del entendimiento, representa la
unión lograda entre los españoles, como apuesta de futuro, de
diversidad y de concordia, para una joven democracia. Hoy, con el
paso de todos estos años, nuestros valores constitucionales están
enraizados en nuestra sociedad; y son por ello la referencia donde los
españoles debemos seguir encontrando la unión que nos asegura
estabilidad, cohesión y progreso. Y que nos garantiza una convivencia
que, como he destacado a menudo, es nuestro mayor patrimonio.

Una convivencia que requiere en nuestra vida colectiva el
reconocimiento en plenitud de nuestras libertades, junto al respeto y
la consideración a las personas, a sus convicciones, y a su dignidad.
Que necesita guiarse por la razón; que demanda anteponer la
voluntad de integrar frente al deseo de excluir.

En esa tarea, necesitamos fortalecer nuestras Instituciones.
Unas Instituciones sólidas que protejan a los ciudadanos, atiendan a
sus preocupaciones, garanticen sus derechos, y apoyen a las familias
y a los jóvenes en la superación de muchos de sus problemas
cotidianos. Instituciones que respondan al interés general y ejerciten
sus funciones con colaboración leal, con respeto a la Constitución y a
las leyes, y sean un ejemplo de integridad y rectitud. Y este es un
propósito diario con el que las Instituciones debemos estar siempre
comprometidas.

Creo que, en estos momentos, todos deberíamos realizar un
ejercicio de responsabilidad y reflexionar de manera constructiva
sobre las consecuencias que ignorar esos riesgos puede tener para
nuestra unión, para nuestra convivencia y nuestras instituciones.

No podemos dar por hecho todo lo que hemos construido. Han
pasado ya casi 45 años desde la aprobación de la Constitución y claro
que han cambiado, y seguirán cambiando, muchas cosas. Pero el
espíritu que la vio nacer, sus principios y sus fundamentos, que son
obra de todos, no pueden debilitarse ni deben caer en el olvido. Son
un valor único en nuestra historia constitucional y política que
debemos proteger, porque son el lugar donde los españoles nos
reconocemos y donde nos aceptamos los unos a los otros, a pesar de
nuestras diferencias; el lugar donde hemos convivido y donde
convivimos en libertad.

● Europa es el segundo compromiso al que antes me refería.
Europa representó y representa para España también la libertad.
Contribuyó a consolidar nuestra democracia, a potenciar nuestro
crecimiento económico y nuestro desarrollo social.

Hoy, compartimos muchos de sus problemas y contribuimos a
sus decisiones con nuestra propia personalidad y nuestros intereses.
Los desafíos comunes a los que nos enfrentamos, desde los sanitarios
a los financieros o los relacionados con nuestro modelo energético o
medioambiental reciben soluciones integradas en el marco común de
la Unión Europea. Por ello, lo que se decide cada día en la Unión
afecta –y mucho– a la vida cotidiana de todos los españoles. Esa es la
realidad.

Somos Europa, pero también necesitamos a Europa, que es
nuestro gran marco de referencia político, económico y social y que,
por ello, nos ofrece certeza y seguridad. Estoy seguro de que el
compromiso de España quedará reforzado con la Presidencia rotatoria
de la Unión que asumirá el año que viene.

Decía al comienzo que vivimos tiempos, sin duda, de
incertidumbre. Pero si el éxito de una nación depende del carácter de
sus ciudadanos, y de la personalidad y el espíritu que mueve a su
sociedad, debemos tener razones para mirar al futuro con esperanza.
Somos una de las grandes naciones del mundo, con muchos
siglos de historia, y los españoles tenemos que seguir decidiendo
todos juntos nuestro destino, nuestro futuro. Cuidando nuestra
democracia; protegiendo la convivencia; fortaleciendo nuestras
instituciones.

Debemos seguir compartiendo objetivos con un permanente
espíritu de renovación y adaptación a los tiempos. Con confianza en
nuestro país, en una España que conozco bien, valiente y abierta al
mundo: la España que busca la serenidad, la paz, la tranquilidad; la
España responsable, creativa, vital y solidaria. Esa España es la que
veo, la que escucho, la que siento en muchos de vosotros; y la que,
una vez más, saldrá adelante. En manos de todos nosotros está.

Y ya finalmente, en esta noche tan especial, os agradezco
mucho vuestra atención y junto a la Reina y nuestras hijas la Princesa
Leonor y la Infanta Sofía, os deseo que tengáis una muy feliz Navidad
y Año Nuevo.
Eguberri On, Bon Nadal, Boas Festas.

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