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la fundación disenso publica un informe sobre transexualidad

Ideología trans: la consecuencia lógica del feminismo radical y su previsible final

Manifestación trans. Europa Press

La cuestión de género ha cobrado esta semana, de nuevo, relevancia internacional tras la publicación y difusión en Twitter del documental What is a woman? de Matt Walsh y Daily Wire. El vídeo, que ha superado las cien millones de visualizaciones en apenas 24 horas, pone de manifiesto —entre otras cuestiones— la contradicción en la que incurre la teoría de género respecto a lo que es ser una mujer.

La aprobación de la ley trans en España, impulsada por el Gobierno de PSOE y Podemos y en especial por la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha trasladado esa contradicción a la realidad feminista en España. Así, en el último 8 de marzo, Día de la mujer, se convocaron manifestaciones contrarias: la de las mujeres que se oponen a la ley trans y son defensoras del «feminismo clásico» y la de aquellas que respaldan la norma promovida por Montero y la teoría queer que establece que los géneros, las identidades sexuales y las orientaciones sexuales, son el resultado de una construcción social ficticia y estereotipada.

Este enfrentamiento parte del argumento esgrimido por las feministas clásicas de que una ley trans que considera mujer a cualquiera que así lo manifieste supone el borrado de la mujer tal y como la conocemos. Esto es innegable. Lo que olvidan a menudo estas feministas es que este borrado de la mujer es una de las culminaciones lógicas de los presupuestos que el feminismo defendía en origen, como es el caso de la teoría de género.

Así lo explica la Fundación Disenso en su informe Transexualidad y ley trans en España de la doctora Teresa Pueyo-Toquero en el que aborda el debate en torno a la transexualidad, el feminismo y las diferentes legislaciones.

El texto explica que las políticas trans son consecuencia de la teoría de género feminista. Esta teoría sostiene la no existencia de una diferencia biológica entre hombres y mujeres determinada por factores inherentes al cuerpo, sino que los hombres y las mujeres son iguales desde todos los puntos de vista.

A partir de esa premisa, el feminismo impuso la superación de los conceptos de hombre y mujer, un «avance» explotado por el feminismo queer que ha desencadenado en que cualquiera puede ser mujer. Ahora también, y gracias a la ley trans, sin necesidad de tratamiento médico o farmacológico.

Una intersexualidad inexistente

El informe de la Fundación Disenso hace un repaso por esa fractura del feminismo español que se ha evidenciado a lo largo de la tramitación de la ley trans y analiza algunos conceptos que son relevantes para la cuestión de género como la intersexualidad.

En ese afán de acabar con las diferencias entre hombres y mujeres, el feminismo presentó un «nuevo género»: el intersexual. Sin embargo, el informe de la doctora Pueyo-Toquero insiste en que es la función reproductora la que determina que haya dos tipos de cuerpos. El sexo no se define por los cromosomas o los genitales sino por los gametos, que son células reproductivas maduras.

Pioneros en prescindir de psicólogos y médicos

Una de las propuestas más controvertidas de la ley trans es la referente a la autodeterminación de género. En otras palabras, cada sujeto es capaz de determinar si es un hombre o una mujer independientemente de su sexo de nacimiento. Y ahora, tras la aprobación de esta norma, tampoco es necesaria la intervención de los profesionales psicosanitarios.

El informe recuerda que, aunque en varios países está autorizada la libre autodeterminación de género, en ninguno —además de España—se permite sin la supervisión de un profesional. Naciones como Portugal, Irlanda, Bélgica o Luxemburgo piden el consentimiento paterno y un informe psicológico en el caso de menores de edad.

«La ley española se sitúa entre las más progresistas, junto con Suiza y Noruega, que permiten la libre autodeterminación de género desde los dieciséis años y junto a Islandia, que lo permite a partir de los 15», señala el texto.

Respecto a la rapidez del proceso, España también gana. Noruega, Finlandia y Dinamarca piden esperar seis meses entre la declaración y el cambio registral y, en Suecia, el requerimiento es de un año, mientras que en España esa espera está en torno a cuatro meses.

El efecto llamada de la despatologización y la influencia de las redes sociales

Las diferentes instituciones internacionales así como la Organización Mundial de la Salud han dejado de considerar la transexualidad un trastorno mental y han pasado a considerarla un tratamiento médico para la disforia de género.

En este sentido, el documento de Disenso refleja que las intervenciones quirúrgicas suponían un cribado en muchos casos: muchas personas descubrían que su problema no era la disforia de género, sino otro tipo de trastorno.

Sin embargo, ahora, la única terapia aceptada es la afirmativa: los médicos sólo pueden confirmar el autodiagnóstico del paciente.

Esto ha llevado a un aumento considerable de las demandas de cambio de sexo en menores. Y este aumento, señala el informe, también está relacionado con la moda trans en las redes sociales.

A la crisis existencial que suele aparecer en la adolescencia se une en la actualidad la influencia de internet. En las redes sociales, transinfluencers relatan cómo han sido sus cambios de sexo y crean una comunidad online en la que los menores se sienten valorados e integrados. «Mediante el consumo de contenido de estos infuencers, el adolescente vive vicariamente su proceso de transición y es fácil que pueda llegar a identificarse con ellos hasta plantearse su propia identidad», afirma el informe.

El documento también señala cómo la influencia de estas redes sociales en los menores se vio agravada con la pandemia ya que las restricciones sociales y de movimiento se asociaron a un uso excesivo de las tecnologías.

Un aumento en los cambios de sexo que no resuelve el problema

Las consecuencias de los cambios de sexo es otro de los puntos que estudia el citado informe. Así, recuerda que los bloqueadores hormonales no sólo no permiten el desarrollo de las características sexuales de un individuo, sino que también impiden el desarrollo de la altura, de la identidad ósea, o, directamente, garantizan, en la mayoría de los casos, la infertilidad.

Respecto a las cirugías de cambio de sexo, además de que sus consecuencias son irreversibles, tampoco van acompañadas de un éxito desde el punto de vista psicológico en muchos casos. Así, el documento hace referencia a un estudio del instituto Karolinska en Suecia que siguió a 324 personas que se sometieron a una cirugía de reasignación sexual. «El estudio reveló que, a partir de unos 10 años después de la cirugía, los transexuales comenzaron a experimentar dificultades mentales crecientes. Lo más impactante es que su mortalidad por suicidio aumentó casi 20 veces por encima de la población no transexual comparable», explica el texto.

La transición médica, una competencia autonómica

La competencia autonómica es otro de los puntos destacados del informe. Antes de la aprobación de la ley trans nacional, las comunidades autónomas aprobaron leyes similares.

Todas las regiones, salvo Castilla y León y Asturias, han legislado sobre la cuestión trans. En casos como los de Galicia (2014), Extremadura (2015) y Murcia (2016), la ley se aprobó con el gobierno del PP y el apoyo del PSOE.

En comunidades como Andalucía (2014), Aragón (2018), Canarias (2021) o Castilla la Mancha (2022), fueron los gobiernos del PSOE quienes impulsaron leyes trans, las cuales también contaron con el apoyo del PP, quien además favoreció su aprobación en otros lugares con su abstención.

Como en Madrid (2016), donde el PP se abstuvo en el momento de la aprobación de la norma, pero no la ha derogado durante los años posteriores que ha estado en el poder.

«Aunque las leyes autonómicas y la estatal no regulan exactamente las mismas situaciones (el Registro civil es competencia estatal, la transición médica es competencia autonómica), en todos los casos se reconoce la autodeterminación de género, por lo que es razonable cuestionar que el rechazo de la ley nacional responde a la oportunidad política por estar en la oposición al Gobierno y no a una postura antropológica y científica fundamentada», señala el informe.

Globalismo, secularización y capitalismo; tres culpables

Para la Fundación Disenso, el globalismo y la secularización han construido un contexto en el que la identidad se construye subjetivamente. «La obsesión por la identidad puede ser una forma de llenar el vacío que deja la desaparición de la familia, la religión y la patria», apunta.

Asimismo, considera que el capitalismo es otra de las causas que ha ayudado a la promoción de la cuestión de género: lo trans permite muchas más posibilidades de consumo que lo cisgénero. Además, una persona trans es un paciente crónico que va a requerir tratamiento farmacológico de por vida, por lo que, además de los intereses ideológicos, puede haber intereses económicos.

El fin del feminismo, ¿y de la locura trans?

El feminismo queer ha acabado con los sexos, lo cual es paradójico, sobre todo para la mujer, a quien supuestamente quería defender. Y también se ha llevado por delante todas las políticas que se han aprobado para abogar por el sexo femenino

Todo esto lleva al borrado del sexo que pierde totalmente su importancia a la hora de configurar la identidad, hasta el punto en que su transformación hormonal o quirúrgica puede no ser necesaria, como sucede ahora tras la aprobación de la ley trans.

Pese a que el feminismo radical acusa al feminismo queer de reforzar los estereotipos de género, el enfrentamiento entre ellos es la consecuencia lógica de la teoría de género. Y la continuidad de esta dinámica puede desvelar el destino de la cuestión de género: en gran medida se agotará por su propia contradicción, por el desgaste inevitable entre facciones contrarias.

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