El libro, de la editorial católica Casals y destinado a adolescentes de 14 y 15 años, recomienda la «abstinencia sexual» y la «fidelidad» para evitar las enfermedades de transmisión sexual.
«Esto sólo es admisible en un colegio privado católico». «A la hoguera con el libro». «Propio de otra época». Estas son algunas de las reflexiones que la comunidad político-periodística española protagonizaba este lunes [en el programa Al Rojo Vivo de La Sexta], cuando se supo la existencia de un libro de texto que recomienda la abstinencia sexual y la fidelidad como métodos para evitar el contagio de enfermedades de transmisión sexual. Normal, el libro en cuestión es todo un desafío a la lógica… ¿no?
Es evidente que si alguien no se quieren caer de una tirolina lo primero que tiene que hacer es no subirse. Así, riesgo cero. Y si se sube, debe tener precaución y ponerse un arnés. Este sencillo y útil proceder pero aplicado a las enfermedades de transmisión sexual no es entendible por los amigos de la corrección política.
El manual, de la editorial católica Casals y destinado a adolescentes de 14 y 15 años que cursan la asignatura de Biología y que se utiliza al menos en centros públicos de Aragón, Cataluña, Canarias, Andalucía, Comunidad Valenciana y Castilla-La Mancha, asegura que para evitar el sida y otras enfermedades de transmisión sexual es recomendable practicar la «abstinencia sexual» y la «fidelidad», una obviedad difícilmente rebatible. En este sentido, añade que, en última instancia, se debe utilizar el «preservativo u otros métodos de barrera o químicos», aunque estos «podrían favorecer algunas conductas de riesgo, como el cambio de pareja, tanto homosexual como heterosexual».
El texto también define el aborto como «problema social», un hecho que tampoco ha gustado a los que creen que es un «derecho» de la mujer acabar con la vida de su hijo y aplauden las políticas antinatalistas que nos llevan a sufrir una grave crisis demográfica que pone en peligro, entre otras cosas, el actual sistema de pensiones.
El Ministerio de Educación ha explicado que este Departamento, que dirige Íñigo Méndez de Vigo, fija el currículo de cada asignatura pero que, una vez cumplido este requisito, cada editorial puede completarlo con otros contenidos. Y son las comunidades autónomas y, posteriormente, los propios centros escolares los que deben revisar los textos y elegir los que consideren más adecuados para sus alumnos.
Tras conocerse la noticia del contenido del libro de Biología de Casals, el Gobierno de Aragón ha pedido la retirada del manual que, en esta comunidad, se utiliza, al menos, en el instituto Miguel Servet de Zaragoza por «contenidos inapropiados». Desde la Comunidad de Madrid, han precisado que «es imposible saber qué libros usa cada centro» y que la elección de los manuales escolares es «autónoma del claustro y de los distintos departamentos» de los centros educativos. Y la izquierda mediática, con El País de Soraya a la cabeza, ha arremetido contra los creadores del manual. «Datos falsos y desinformación sobre educación sexual en un libro de 3º de la ESO», así ha titulado su información.
Esta nueva y ridícula polémica pone de manifiesto que los delirios de la progresía superan la salud pública y cualquier lógica, dado que es irrefutable que la promiscuidad aumenta las probabilidades de un contagio y que la abstinencia las reduce a ninguna. Aunque se prohíba su publicación, esto seguirá siendo verdad.
La llamada a la abstinencia, a la fidelidad y al uso del preservativo, denominada estrategia ABC por sus siglas en inglés, redujo la tasa de infectados por Sida en Uganda en adultos del 15% en 1991 al 4,1% en 2003. La letra «A» -por «abstinence»– significa que lo prioritario y 100% eficaz para prevenir la infección es abstenerse de relaciones sexuales, es decir, retrasan al máximo el inicio de estas y la «B» -por «be faithful, sé fiel- alude a la fidelidad en las relaciones monogámicas. En caso de que estas dos recomendaciones no se llevaran a cabo, se aconseja pasar a la letra «C» -por «condom»-. Se sugiere el uso de preservativos, pero advirtiendo que reducen -no eliminan totalmente- el riesgo de contagio.
