«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La revuelta de los burócratas

Lo he dicho otras veces, varias, aunque no aquí: estamos demasiado gordos para la revuelta. Lo que ha tenido de farsa la peripecia secesionista no ha sido solo el costoso rodaje para la galería internacional de ese referéndum de urnas opacas de todo a cien, con su coda fantástica de proclamación fantasma.
No, lo que le ha dado un especial aire de irrealidad, como en esos sueños en los que alguien que conoces de la vigilia hace algo que no puede pegarle menos, es que todo se ha hecho desde los despachos del poder, que los supuestos sediciosos contaban con todos los resortes oficiales y oficiosos, desde la policía autonómica hasta la televisión y los colegios.
Los insurgentes hablaban en sus soflamas con las palabras ígneas y solemnes de las barricadas desde un atril parlamentario, trasladándose de aquí  allá en coche oficial, cobrando del presupuesto de la nación de la que dicen independizarse.
En retrospectiva, el giro de guión de ayer, con los audaces líderes huyendo a Bélgica y dejando colgados de la brocha a sus más ingenuos cómplices en la charada, era previsible. También a toro pasado hay para asombrarse de quienes les creyeron y apoyaron, de quienes de verdad están por patrullar las calles de la ‘republiqueta’ y vigilar sus fronteras.
En un mundo ideal, con seres incapaces de soportar tan violenta disonancia cognitiva, lo de ayer no hubiera provocado mero desconcierto entre los fieles, sino la ira del desencanto. No fue así, no mayoritariamente, porque tenía razón Twain cuando dijo que es mucho más fácil engañar a un hombre que convencerle de que ha sido engañado.
No nos hagamos la ilusión de que esto solo pasa con los ‘indepes’; pasa, por ejemplo, con un ‘núcleo duro’ de votantes del PP que quiere pensar que el partido en el poder sigue respondiendo en algo a los ideales por los que empezaron a votarlo. El autoengaño es un rasgo universal de nuestra especie, a lo que parece.
¿Cómo llamar a los de ayer? Mis cabeceras usan ‘asilo’, ‘amparo’, ‘refugio’ y ‘fuga’.
‘Puigdemont busca asilo en Bélgica para burlar la justicia’, titula El País, que está que no lo reconozco.

En principio, buscar ‘asilo’ en un país comunitario, socio de España en la Unión Europea, por un delito tan claro, además, suena a disparate. Y lo es, pero Bélgica es un tanto especial en esto. Ya nos lo ha hecho antes con miembros de ETA. Y ahora tiene para desbarrar el estímulo añadido de que sus propios nacionalistas flamencos forman parte de la coalición de gobierno.

ABC está irrecuperable, entregado a la Escuela Simbolista y el fervorín. Abre con un montaje fotográfico, el rostro de Carles Puigdemont deshaciéndose en trozos pequeños. ‘El golpismo se diluye’, es el titular. Y vuelvo a lo de otras veces: ayer pasó ALGO, aunque suponga la dilución del golpismo -algo, quizá, precipitado-, no es, en abstracto, eso, sino una fuga a Bruselas que no se cuenta. Ese titular es válido para demasiadas ocasiones, y eso es un error.

El Mundo elige ‘fuga’, en su variante verbal: ‘Puigdemont huye de Cataluña el día que es acusado de rebelión’, y quizá más significativa sea la segunda noticia, la que acompaña la foto de José Manuel Maza: ‘El separatismo se pliega al 155 y acudirá el 21-D a las elecciones’.
Esto último es clave, porque significa muchísimas cosas, como que solo las bases ingenuas se toman en serio la DUI, no sus responsables, que están más por seguir en el machito y mantener su vida muelle e influyente que por jugar a héroes de la independencia como los que nos enseña la historia.
¿Y cómo se come esto de que una ‘república independiente’ acepte elecciones convocadas por un gobierno ‘extranjero’ y hostil, elecciones de las que hay que aceptar incluso el nombre de ‘autonómicas’? Para los amantes del estudio de la psique humana, esa es la parte fascinante: las alambicadas teorías que ya están elaborando a marchas forzadas los que necesitan creer contra toda evidencia. Si no se escribe en el futuro una tesis doctoral sobre el fenómeno es que la academia no sabe lo que se hace.

La Razón me sorprende un tanto por la raíz elegida: ‘La Fiscalía pedirá detener a Puigdemont si se refugia en Bélgica’. No es demasiado importante, y añade el dato importante de la Fiscalía, pero me llama la atención que emplee ese ‘refugiarse’, tan positivo.
Por contra, para El Periódico, ‘Puigdemont busca amparo en Bélgica’, en un giro léxico que inspira compasión.
Y La Vanguardia, para acabar, es prudente y circunspecto en su titular de apertura: ‘Puigdemont se asesora en Bruselas para pedir asilo’.
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