La infertilidad, la osteoporosis, los dolores musculares o la menopausia inducida son algunas de las consecuencias más conocidas de los bloqueadores de la pubertad y la hormonación cruzada. Sin embargo, la pausa que los médicos que tratan la disforia de género buscan provocar en el desarrollo físico de los menores durante la pubertad no se limita al ámbito físico, sino que trasciende al intelectual generando consecuencias a largo plazo en la inteligencia y en la memoria.
Así, y según diversos estudios científicos recogidos en un informe por Lesbians-United, los niveles de cociente intelectual disminuyeron significativamente durante el tratamiento con bloqueadores como la triptorelina —un medicamento que también se utiliza para el tratamiento del cáncer de próstata en el varón, la endometriosis en la mujer y la pubertad precoz en niños—.
Si se tiene en cuenta que el cociente intelectual considerado normal se sitúa entre los 90-109 puntos, los resultados de los estudios científicos recogidos en el citado informe son dramáticos.
«Entre los 30 niños estudiados, el cociente intelectual medio descendió de 100,2 a 93,1, lo que supone una pérdida global de 7,1 puntos», explica Lesbians-United en alusión al estudio Mul et al. 2001. Otra investigación, Wojniusz et al. 2016, descubrió que las niñas tratadas con bloqueadores presentaban un cociente intelectual 8 puntos inferior al del grupo de control —el que no recibió el tratamiento—-. Sin embargo, esta diferencia podría ser incluso mayor, ya este análisis excluyó a varios sujetos del grupo de tratamiento porque sus puntuaciones eran inferiores a 70. Si se hubiese incluido a todos los sujetos, el cociente intelectual medio del grupo de tratamiento habría descendido a 77, esto es 25 puntos por debajo del cociente intelectual medio del grupo de control.
Los efectos adversos de los bloqueadores no sólo afectan a la inteligencia, la encuesta Gallagher et al. 2018 planteó una preocupación adicional: el 12% de las jóvenes que habían recibido bloqueadores informó de la pérdida de memoria durante el tratamiento, el 20% aseguró que esa pérdida de memoria se prolongó durante más de seis meses después de interrumpir el tratamiento, y el 10% sufrió pérdida de memoria irreversible.
Los estudios realizados en adultos tratados con este tratamiento para el cáncer de próstata o la endometriosis también han demostrado un deterioro de la función cerebral y un posible riesgo de otros efectos secundarios neurológicos graves. Asimismo, dos grandes estudios con más de 20.000 pacientes con cáncer de próstata descubrieron que los que tomaban bloqueadores tenían un 15% o un 13% más de riesgo de demencia.
Los diagnósticos en menores de disforia de género se están incrementando en todo el mundo, sobre todo en las poblaciones femeninas y en jóvenes con trastornos del espectro autista, así como en menores que muestran signos tempranos de homosexualidad.
En respuesta a esos diagnósticos, la aplicación de la teoría afirmativa —la que no pone en duda la «identidad sentida» del paciente sino que la confirma— y la consiguiente prescripción de bloqueadores de la pubertad y de hormonas cruzadas se ha convertido en la solución médica más habitual.