La tan esperada reapertura de las aduanas comerciales en Ceuta y Melilla, prometida tras el acuerdo entre Pedro Sánchez y el rey Mohamed VI en 2022, ha quedado en el aire debido a los nuevos bloqueos impuestos por Marruecos. A pesar de las concesiones del Gobierno español para normalizar las relaciones bilaterales, el comercio en ambas fronteras sigue paralizado, generando frustración e incertidumbre en las ciudades autónomas.
El compromiso, que formaba parte de una hoja de ruta diseñada para restaurar la cooperación tras años de tensiones, incluía la reapertura de la aduana en Melilla, cerrada unilateralmente por Marruecos en 2018, y la creación de una nueva en Ceuta. Sin embargo, las restricciones impuestas por Rabat limitaron el intercambio a un solo camión diario con productos estrictamente regulados, como electrodomésticos y artículos de higiene desde España, y frutas, pescados y áridos desde Marruecos. Estas condiciones ya anticipaban un panorama complicado, pero los recientes acontecimientos han llevado la situación al colapso.
En Melilla, una operación piloto para exportar mercancías terminó en fiasco. Una furgoneta cargada con electrodomésticos, enviada por la agencia Quiles y certificada por la aduana española, fue rechazada en la frontera marroquí bajo el argumento de «falta de notificación». Los agentes marroquíes alegaron además que el vehículo no cumplía con los requisitos técnicos, complicando aún más la situación. La empresa, tras largas horas de espera y un fallido intento de sustituir la furgoneta por un camión con caja, se vio obligada a retirar la mercancía y regresar a Melilla sin haber completado la operación.
Situaciones similares se vivieron en Ceuta. Un camión cargado con productos de higiene personal cruzó la frontera del Tarajal con autorización previa, pero fue devuelto horas después con la justificación de «problemas técnicos». Estas trabas han provocado un profundo malestar entre los empresarios locales, quienes critican la falta de claridad en los procedimientos y la ausencia de soluciones concretas.
El bloqueo actual es un duro golpe para las expectativas generadas tras las pruebas realizadas en 2023, que parecían marcar un avance en las relaciones comerciales. Sin embargo, las tensiones históricas entre España y Marruecos en este ámbito han demostrado ser un obstáculo difícil de superar. Los empresarios afectados denuncian una constante falta de información y consideran que las exigencias de Rabat, lejos de facilitar el intercambio, buscan entorpecerlo.
El cierre inicial de la aduana en Melilla hace cinco años supuso un punto de inflexión en las relaciones comerciales entre ambos países. A pesar de las promesas de normalización tras el acuerdo entre Sánchez y Mohamed VI, la reapertura de las aduanas parece cada vez más lejana, dejando a Ceuta y Melilla en una situación de desconcierto y parálisis económica.
Mientras tanto, la frustración crece entre los actores económicos de las ciudades autónomas, quienes aseguran que no intentarán nuevas exportaciones hasta que se definan claramente los requisitos y se garantice la viabilidad de las operaciones. La incertidumbre persiste, y las promesas de restablecer el comercio transfronterizo parecen haberse quedado en el papel, mientras Marruecos sigue imponiendo barreras que dificultan cualquier avance tangible.