El famoso fotógrafo Miguel Temprano asegura haber comprobado, tras la lluvia de insultos por sus críticas al Orgullo Gay, que “Carmena es intocable”. Pero no se arrepiente: “Sólo he dicho lo que todo el mundo pensaba pero nadie se atrevía a decir”
El pasado domingo, resaca de los fastos del Orgullo Gay en Madrid, el fotógrafo Miguel Temprano denunciaba desde su cuenta de Facebook el estado en el que había quedado la capital en general y su barrio, Chueca, muy en particular. “Oliendo a pis y lleno de mierda”, se lamentaba. Desde el minuto uno fue sepultado en un alud de insultos, amenazas y acusaciones de homofobia.
Temprano describía el paisaje urbano madrileño como “lleno de litronas, vasos de plástico y basuras variadas”, criticaba al Ayuntamiento por “falta de previsión” y animaba a Manuela Carmena a actuar con rapidez para devolverle a la ciudad su aspecto original. “Seguro que en tu casa no huele pis y caca… o pisas los condones usados. Y tampoco se han metido a follar en ti escalera, portal y ascensor… Hoy siento vergüenza como madrileño de que el SELUR (Servicio de Limpieza Urgente) no pueda dar de sí como la ciudadanía se merece”.
El fotógrafo, en una declaraciones exclusivas a La Gaceta, reconoce haberse sentido “fusilado” y víctima de una cacería perfectamente organizada por parte de los simpatizantes del partido que gobierna en el consistorio madrileño: “Estoy siendo víctima de un ataque despiadado orquestado por Podemos”. Tiene claro que “Carmena es intocable”, aún así no se desdice de nada. Aunque reconoce, eso sí, la sorpresa por el impacto de sus palabras.
“Se les está yendo la olla”
Temprano rechaza categóricamente las acusaciones de homofobia. “¡¿Cómo iba a ser yo homófono si mi vida está repleta de gays?!”, dice. Y recuerda que vive en Chueca, que nació en Chueca y que “la mayoría de mis compañeros, técnicos o directivos son gays”. Algo que, sin embargo, no le impide insistir en que la fiesta del Orgullo “se ha ido de madre”.
Su condición de vecino del barrio le concede una visión histórica de las celebraciones -“Sé lo que es esto, sé de lo que hablo”- y advierte una degradación mayor a cada año: “Este año he visto de todo, incluso a dos hombres masturbándose en mitad de la calle a plena luz del día. Yo no quiero que mi hija pequeña tenga que pasar por eso. Y muchos amigos gays con hijos adoptados tampoco. Se les está yendo la olla”.
Contra el Cristianismo sí, contra el Islam no
Miguel Temprano, que se describe a sí mismo en sus redes sociales como “reportero gráfico con alma de Alférez de Infantería, regado con Leche de Pantera desde los 12 años”, no sólo cargó contra el estado en el que había quedado la capital tras la fiesta, también contra algunos aspectos de la propia fiesta en los que se humillaba la Fe Católica y la historia de España: “Ya se han emborrachado, drogado y follado en media ciudad, meado en estatuas que representan a Héroes del 2 de Mayo, insultado a los católicos vestidos de monjas, curas, vírgenes y Cristos… (…) Yo como cristiano, católico, madrileño y español me cagó el puta madre de todos aquellos que no han respetado mi libertad de credo.”.
Un trato, el dado al Cristianismo, que entiende no se hubieran atrevido a dispensarle al Islam: “Me descojono igual que lo hacen los descendientes de Mahoma… en unos años les daremos las llaves de la cuidad y empezarán a encarcelar gays y lesbianas… se os está yendo de las manos. Cuando vengan a por vosotros los musulmanes radicales a mi no me pidáis ayuda… pedírsela a colectivo LGTB que seguro estarán viviendo ya fuera de España a salvo de la barbarie”.
El «cinismo» de Pablo Iglesias
Ha echado de menos, entre el tsunami de insultos que ha recibido, “alguna crítica a los países que sí son homófobos”. Y señala el cinismo de algunos líderes políticos que como Pablo Iglesias, “es capaz de erigirse en defensor de los homosexuales al mismo tiempo que recibe dinero de Irán, un país que cuelga a los gays de las grúas y les corta la cabeza”.
Sabe que ha abordado un asunto blindado por la corrección política y está pagando las consecuencias. Pero no se arrepiente. Sobre todo porque está convencido de haber dicho “lo que todo el mundo pensaba pero nadie se atreve a decir”. Y en entre esa mayoría silente incluye a muchos gays, algunos muy conocidos, que le han llamado para darle la razón. Quizá sea por eso que no teme que el incidente tenga consecuencias laborales, pero tiene claro que si las tuviera “no me iba a quedar callado».
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