El presidente del Partido Popular de Asturias, Álvaro Queipo, ha presentado en Gijón la proposición de ley que el PP defenderá en la Junta General del Principado para «preservar el patrimonio sensorial rural de Asturias», es decir, «los sonidos y olores propios del campo asturiano, y «evitar los crecientes conflictos con los usuarios del turismo rural de la región».
Para Queipo, el futuro de Asturias «no se puede entender sin la pervivencia de nuestro mundo rural», de sus actividades tradicionales, sus paisajes, olores o ruidos que «a lo largo de la historia han conformado la esencia de nuestra tierra».
Para evitar que este problema vaya a más, el PP ha registrado en el Parlamento regional la proposición de ley sobre el patrimonio sensorial rural de Asturias, para cubrir un hueco en la legislación autonómica a través del artículo 10.18 del Estatuto de Autonomía, referido al patrimonio cultural.
Este patrimonio sensorial rural de Asturias estaría integrado por todos los sonidos y olores propios del mundo rural, así como la maquinaria, herramientas y utensilios inherentes a la actividad agrícola y ganadera.
«Un idílico espectáculo»
«Los turistas quieren el campo, pero sin las servidumbres del campo. Quieren contemplar el idílico espectáculo de ver a las vacas pastando en los verdes prados, pero se quejan de sus mugidos y de los olores de sus excrementos; quieren comer huevos frescos, pero les molesta el canto del gallo de madrugada y el cacareo de las gallinas; quieren degustar productos de la huerta, pero se quejan al paso de la maquinaria agrícola con la que se trabaja la tierra, en fin, quieren vivir en la naturaleza, pero en una naturaleza muerta, insonorizada e inodora», indica parte del texto propuesto por el PP en la región.
Así las cosas, la formación ha dicho que deben protegerse los sonidos de «vacas caballos, burros, cerdos, cabras ovejas, gallos, gallinas, palomas, patos, gansos, pavos, ocas, perros y gatos», así como el olor «a estiércol y purines, a cubiles, a gallinaza, a silo, a humo, y a pelo quemado»
«La vaca muge y hace sus necesidades donde el cuerpo se lo pide, los caballos relinchan, los perros ladran, y lo hacen cuando lo tienen a bien, sin pautas preestablecidas que puedan ser controladas por el hombre. Son sonidos y olores naturales que forman parte del acervo cultural rural, distintos y, sin duda más saludables que los ruidos, que no sonidos, que se producen a diario en la ciudad y a horas intempestivas como las sirenas de las ambulancias, los coches de la policía o de la basura, o los olores perjudiciales para la salud que emanan de los tubos de escape de los vehículos a motor, sin que nadie los cuestione», puede leerse además en la argumentación desplegada por el PP asturiano.