«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La teoría de la 'ventana Overton' y la reforma constitucional como fin último

La trama separatista catalana ha dado un giro de 180 grados en los últimos días: los indepes reconocen que no es viable la ‘república’, la dirección del PDeCAT apostando por la moderación y el regreso a la legalidad, la aplicación del 155 con el apoyo sin fisuras del PSOE… Y en el horizonte, una reforma  constitucional.

Hace unos meses La Gaceta publicaba un artículo en el que desgranaba la técnica de la ‘ventana Overton’. Consiste, a grandes rasgos, en un proceso que consta de cinco fases por el que un aspecto social que en un principio se presenta como imposible acaba siendo aceptado.
Esta técnica podría aplicarse al desafío catalán siendo el objetivo a conseguir la reforma constitucional. No son pocos quienes afirman que todo el conflicto terminará con una nueva Carta Magna en la que se reconozca una supuesta plurinacionalidad de España creando regiones de primera y de segunda.

La primera etapa: el radicalismo

Para conseguir normalizar una transformación social que en principio se estima tabú hay que crear un grupo de radicales que lo defienda. Así comienza el proceso de la ‘ventana Overton’. Este colectivo, en el caso que nos ocupa, estaría integrado por los independentistas -desde los tradicionales como la CUP o ERC hasta los conversos como el PDeCAT-.
Sus posturas se tienen en principio como algo imposible: una declaración unilateral de independencia, desafíos continuos al orden constitucional, el rechazo unánime de la sociedad y las entidades nacionales y supranacionales… Todo esto lo ha protagonizado el separatismo en España, el grupo radical planteado por Overton. ¿Recuerdan cuando Rajoy afirmó hace escasos meses que nadie se podía imaginar que los nacionalistas catalanes llegarían a tales extremos? Aquí se cumple el primer punto pero, recuerden, en el horizonte no está la independencia, sino la reforma constitucional.

La segunda etapa: Lo aceptable

Una vez superada la fase del radicalismo aparecen grupos que comienzan a aceptar unas posturas más moderadas, desde colectivos sociales hasta la comunidad científica. Se condenan las posiciones extremistas y se intenta buscar el equilibrio: Podemos pide un referéndum pactado, se apela a los precedentes de Escocia y Quebec y aparecen actores internacionales que respaldan parte de las reivindicaciones del colectivo.
Además, también es necesario crear un eufemismo para el propio fenómeno para disociar la esencia de la cuestión de su denominación, separar la palabra de su significado. Así, el referéndum pasa a denominarse ‘derecho a decidir’.
Aquí concluyen las fases primarias y las que suelen tener un tiempo más amplio de duración. A continuación se activa la ingeniería social y lo que se presentaba como inaceptable ahora empieza a ser sensato.

La tercera etapa: La sensatez

¿Cómo se va a declarar la DUI? ¿Qué Estado va a reconocer la ‘república catalana’? Les emplazo a enumerar un solo medio de tirada nacional y serio que haya apoyado la ruptura decretada por el Parlament. Ahora piensen en otro medio, a excepción de La Gaceta, que en el último año haya rechazado frontalmente una hipotética reforma constitucional. El País ha pedido ponerse ‘manos a la obra’ mientras que El Mundo y la Razón piden que se haga con cabeza. El único verso semisuelto es ABC, que en su editorial del 14 de octubre la rechazaba evitando señalar directamente al Gobierno. Dénle un tiempo hasta que Rajoy afine su plan.
Una vez abandonado lo inaceptable le llega el turno a lo sensato. No se puede romper España de manera unilateral, con una votación fraudulenta, con un quórum inferior al necesario para reformar el Estatut y es un auténtico disparate que los golpistas se salgan con la suya.
Es en esta fase donde entra de lleno la reforma constitucional como algo razonable para solucionar la cuestión. Y quien se oponga será tildado de radical, dándole la vuelta a las tornas.

La cuarta etapa: De lo sensato a lo popular

Los medios de comunicación, con la ayuda de personas conocidas y políticos, ya hablan abiertamente de la reforma constitucional. En esta etapa comienza a funcionar también la técnica que supone la promoción de las referencias a tiempos pasados en los que este cambio trajo beneficios y se alaba su función, invitando al pueblo a intentar reeditar algo que supuso un triunfo histórico.

La quinta etapa: De lo popular a lo político

imagen de Mariano Rajoy, Pedro Sánchez y Albert Rivera | LA GACETAEsta categoría supone ya empezar a preparar la normativa para legalizar el fenómeno. Los grupos de presión se consolidan en el poder y se publican encuestas que supuestamente confirman un alto porcentaje de partidarios de la este cambio que se pretende implantar.
Esta es una técnica típica del liberalismo que funciona debido a la tolerancia como pretexto para la proscripción de los tabúes. Durante la última etapa del ‘movimiento de las ventanas’ de Overton de lo popular a lo político, la sociedad ya ha sufrido una ruptura. Esta es la fase en la que nos encontramos actualmente.
Las dos grandes formaciones políticas del momento, PP y PSOE, ya apuestan abiertamente por negociar una reforma constitucional. Acomodar a Cataluña es el objetivo y dotar a la región de más autogobierno. Aparecerán posturas en ambos extremos (por ejemplo quienes apuestan por la plurinacionalidad y quienes buscan una reforma laxa) y finalmente se apostará por algo intermedio.
Este mismo martes se conocía que la presidenta del Congreso, Ana Pastor, ha decidido no dar más plazo a los grupos para que comuniquen los integrantes de la comisión sobre el modelo territorial, de modo que convocará próximamente la sesión constitutiva, de la que podrían quedar fuera Unidos Podemos, PDeCAT, ERC y el PNV.
Entre los temas de debate propuestos se encuentra el de hacer un balance del modelo autonómico y la ordenación de sus competencias, la nomenclatura de las comunidades autónomas, un análisis de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut catalán, la financiación autonómica y la autonomía local.
La reforma constitucional está en el horizonte. Aunque esta comisión está fijada para un periodo de seis meses, su fin último no tiene porqué materializarse hasta dentro de unos años si se cumple lo estipulado por la técnica de la ‘ventana de Overton’. Ahora solo falta que la cuarta etapa se desarrolle con tranquilidad y sea efectiva, algo que a priori no parece razonable. ¿Satisfará a independentistas y quienes apuestan por un modelo territorial homogéneo dicho cambio de la Carta Magna? Parece complicado.
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