Rusia decidió apoyar el golpe de Estado del 1-O en Cataluña para tratar de desestabilizar a un Estado miembro importante en la Unión Europea. Pero además tenía intereses económicos muy concretos. Según publica el diario Vozpópuli, el Kremlin pidió a los separatistas frenar el proyecto de gasoducto de España a Francia (Midcat) que haría a Europa más independiente de Moscú. Para ello, les ofrecieron «pagar a Cataluña una cantidad anual para impedir el desarrollo del Midcat».
Según la misma información, el presunto soborno ofrecido por los emisarios rusos estaría reflejado en borrador sobre política exterior del independentismo que manejaban Carles Puigdemont y sus asesores y hombres de confianza que se plantearon este asunto entre los años 2017 y 2018.
El Midcat era un proyecto de gaseoducto para traer gas de Argelia a España y almacenarlo en nuestro país para distribuirlo a otros países de la Unión Europea, pasando por Francia, —que dispone de electricidad más barata que los países vecinos gracias a sus centrales nucleares—. El principal receptor de este gas habría sido Alemania, que ha optado, al igual que España, por cerrar sus nucleares.
El gaseoducto partiría para su parte europea de Barcelona, pero fue descartado por el Gobierno de Pedro Sánchez tras la invasión de Ucrania y las dificultades puestas por Rusia a la Unión Europea para el acceso al gas.
El magistrado Joaquín Aguirre, que al igual que Manule García Castellón va a prorrogar seis meses más sus investigaciones sobre el golpe —en este caso de la trama rusa del procés, en la Audiencia Nacional por los presuntos delitos de terrorismo de Tsunami Democrátic—, considera que el entorno de Puigdemont conocía en 2018 el plan de Putin de que «se iniciara una guerra entre la Unión Europea y Rusia, siendo el motivo la invasión de Ucrania y la consecuente limitación del suministro de gas a Europa».
