El modisto italiano ha vuelto a enfrentarse a la corrección política. Asegura que no se siente cómodo con la palabra «gay» y sí con «hombre». Tampoco le gustan las asociaciones defensa de los homosexuales porque «no he hecho nada malo»
El diseñador Stefano Gabbana (cofundador de Dolce&Gabbana) ha vuelto a hablar sobre su sexualidad y ha vuelto a levantar la polémica. En una reciente entrevista en Corriere della Sera, el diseñador pedía que se refirieran a él como «un hombre» y no como «gay»: «Me parece increíble que este término (gay) todavía se use hoy en día. Biológicamente soy un hombre (…) La palabra gay fue inventada por aquellos que necesitan etiquetar a las personas y yo no quiero que me identifiquen por mi elección sexual”.
Gabbana explica que fue a los 18 años (hoy tiene 55) cuando se dio cuenta de que se sentía atraído por los hombres. “Tenía una novia y un fin de semana fuimos de fiesta a Milán. Allí me di cuenta de que me interesaban más los hombres”, cuenta el diseñador. Lo mantuvo en secreto por no tener «el coraje de admitirlo». Y concluyó que durante su infancia ya se «sentía diferente a los otros chicos».
Está comprometido, como «persona famosa», en promover una nueva cultura «que no se base en los derechos de los homosexuales sino en los derechos humanos». Y argumenta: «Somos seres humanos antes de ser homosexuales, heterosexuales o bisexuales». No necesita ninguna asociación de homosexuales que le defienda porque “no he hecho nada malo». Y en ese sentido cuenta cómo le confesó a su madre su homosexualidad: «En vez de querer a una mujer, quiero a un hombre. ¿Qué problema tienes con eso?’. Y me dijo que ninguno».
Un largo historial de declaraciones incorrectas
En 2015, Gabbana y Domenico Dolce, su socio, concedieron una entrevista a la revista italiana Panorama. Dolce dijo: “Soy gay, no puedo tener un hijo. Creo que no se puede tener todo en la vida. Y es incluso bonito privarse de algo. La vida tiene un recorrido natural, y hay cosas que no deben ser modificadas. Y una de ellas es la familia”. Y prosiguió: “No hemos inventado nosotros la familia. La Sagrada Familia la convirtió en un icono, pero no es una cuestión religiosa o social: un niño cuando nace debe tener un padre y una madre. O al menos debería ser así. No me convencen aquellos que yo llamo los hijos de la química, los niños sintéticos. Úteros de alquiler, casi elegidos por catálogo. Y después ve a explicarles a estos niños quién es la madre».
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