Un estudio que formaba parte del Proyecto de Vigilancia Mundial de Productos Farmacéuticos de la Universidad de York en Canadá ha llegado a la conclusión que el río Manzanares es el más contaminado por fármacos de Europa. Esta investigación, publicada en 2022, formó parte de una extensa iniciativa internacional que analizó la presencia de medicamentos en 258 ríos distribuidos en 104 países, lo que la convierte en la evaluación más amplia realizada hasta la fecha sobre este problema.
Los resultados obtenidos revelaron un panorama preocupante: más del 25% de los cauces fluviales examinados contenían concentraciones de sustancias farmacológicas que podrían resultar peligrosas tanto para los ecosistemas acuáticos como para la salud humana. Las zonas con mayores niveles de contaminación se detectaron en regiones como el África subsahariana, el sur asiático y América del Sur, aunque Europa no quedó al margen del problema.
En el caso del Manzanares, las muestras recogidas evidenciaron la presencia de múltiples compuestos activos como analgésicos, antidiabéticos, antihistamínicos o relajantes musculares. Se detectaron, entre otros, restos de paracetamol, metformina (indicada para el tratamiento de la diabetes), cafeína, gabapentina (utilizada para aliviar dolores neuropáticos) y fexofenadina (un antihistamínico común). El valor medio encontrado fue de 17 microgramos por litro, pero en zonas concretas, como a su paso por Rivas Vaciamadrid, los niveles llegaron a alcanzar los 60 microgramos.
El doctor Andreu Rico, experto en ecotoxicología acuática y docente en la Universidad de Valencia, apuntó en el programa ‘El escarabajo verde’ que uno de los factores clave en esta alarmante concentración es el escaso caudal del Manzanares en comparación con el tamaño de la población que depende de él. Según Rico, esta escasez de agua limita la capacidad del río para diluir los residuos farmacéuticos vertidos.
Sobre las consecuencias, Rico advirtió que la exposición continuada a antibióticos presentes en el agua puede fomentar la aparición de bacterias resistentes. Si estas bacterias llegan a los humanos, podrían desencadenar infecciones más difíciles de tratar con los antibióticos habituales. En cuanto a los animales acuáticos, como los peces, la presencia de ansiolíticos en el entorno puede alterar sus comportamientos naturales, provocando, por ejemplo, que naden de forma errática o que no se alimenten correctamente, lo cual los hace más vulnerables a depredadores.
Para contrarrestar esta amenaza ambiental, la Comunidad de Madrid ha puesto en marcha en 2025 un ensayo experimental que busca eliminar restos de fármacos del agua sin recurrir a productos químicos. Este proyecto piloto se está desarrollando en el laboratorio de El Encín, perteneciente al Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA).
Paralelamente, la región ha apostado por reforzar la infraestructura de tratamiento de aguas mediante nuevas estaciones depuradoras y depósitos de tormentas, cuya función es evitar que las aguas residuales urbanas lleguen al río sin el debido tratamiento. Mientras tanto, desde Bruselas, la Unión Europea ha endurecido su postura y exige ahora que las empresas farmacéuticas asuman los costes de la descontaminación fluvial, con el ambicioso objetivo de reducir en un 80% la presencia de compuestos farmacológicos en los ríos del continente.