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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Villarejo contrataba a ‘antiguos colegas’ para sus labores de espionaje

El excomisario José Villarejo prefería contratar «a antiguos colegas, ‘jubilaetes’…» para sus labores de espionaje, a los que ofrecía 250.000 euros por un mes trabajando en su empresa privada de seguridad Ceyt, antes que darle esa cantidad a un detective «piojoso».

Así se desprende de una conversación telefónica que mantiene con el también policía Enrique García Castaño, el Gordo, el 31 de julio de 2005, en la que éste le habla del inspector Antonio Bonilla como un candidato idóneo para «la realización de vigilancias y seguimientos a cambio de una retribución».

En esa conversación, a la que ha tenido acceso Efe y que consta en las diligencias de la Operación Tándem llamadas BIG, en las que está imputado García Castaño por sus negocios con Villarejo, éste le habla de contratar a Bonilla, Boni, «con su gente… con cuatro de su gente».

Al inicio de la charla, Villarejo le dice que tienen que organizar «un poco cierta metodología profesional» y que quiere contratar policías, «más que nada para hacer un favor a los colegas…, porque me sabe muy mal darle a un tío, a un detective, a un piojoso, un cuarto de kilo al mes, ¿me entiendes? Esa es la cuestión», le expone.

Cuando el Gordo le habla de Bonilla, el excomisario no parece saber quién es, y su interlocutor le aclara que es «uno con el pelo ‘rapao'», «uno de la sección de vigilancias» y le insiste en que tiene también «cuatro seleccionados».

Villarejo le responde: «Si hay gente en septiembre para hacer vigilancias de este y otros temas, ‘encantao’… Que no, pues sigo con los detectives. Yo tengo, no me gustan mucho…, tengo gente que es formal, antiguos colegas, ‘jubilaetes’…».

García Castaño insiste: «Sé quienes son… Los detectives son unos mierdas».

Villarejo le explica que a quienes él recurre son «tíos normales que yo he ido formando tal y cual, que los llamo puntualmente, que son absolutamente incondicionales y que además los trincan y no existen».

«Uno estaba con Carlitos, que se lo llevó a Televisión Española, que tal y cual, o sea que son tíos muy, muy míos que han estado conmigo veinte años currando», le explica al Gordo.

Le dice así que no se preocupe, que, si «no hay posibilidades» de contratar a ciertos policías, «no pasa nada», y García Castaño le insiste: «Pero hay que tenerlo, vamos a estructurarlo, dos o tres».

La propuesta a esos agentes, según dice el Gordo, sería: «A partir de ahora vas a trabajar para nosotros cuando salgas del trabajo».

«Ya, pero, pero, imagínate, coño, si me parece muy…, pero un kilo al mes para cuatro tíos, dos por la mañana dos por la tarde…», añade Villarejo, a lo que García Castaño le cuestiona si no es «mucho dinero».

«Pero, coño, es que se lo merecen. Yo no quiero más si en la vida hay que repartir la pasta», le responde el excomisario y el Gordo concluye: «No, si no se lo dices así, los 250.000 a ver lo que cobran ellos».

Villarejo le insiste: «Si yo lo que te quiero decir es que en la vida hay que repartir, me cago en la puta, yo soy incapaz de tal y cual», y García Castaño le acaba dando la razón: «Sí, de acuerdo, estoy de acuerdo».

Según datos del sumario, a los que ha tenido acceso Efe, existen documentos que vinculan «directamente» con Cenyt a Bonilla, imputado en estas diligencias por delitos de organización criminal, descubrimiento y revelación de secretos.

En concreto, la Fiscalía hace referencia a una tarjeta comercial de Bonilla como director de operaciones del Grupo Cenyt, donde se le abrió una cuenta de correo [email protected].

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