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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El separatismo trata de imponer el ‘procés’ a través de la coacción

La campaña de acoso se intensifica y se centra en los Cuerpos de seguridad -Guardia Civil y Policía Nacional- y en los líderes de la oposición al proceso separatista.

El separatismo alardea de que su proceso para romper España está siendo «pacífico» y «democrático». La revolución de las sonrisas lo llaman. Y nada más lejos de la realidad. Aunque sin derramamiento de sangre, faltaría más, la coacción, las amenazas y la violencia contra los que se oponen al ‘procés’ desde partidos políticos o plataformas civiles es constante.

El foco de está campaña de acoso está puesto en los Cuerpos de seguridad -Guardia Civil y Policía Nacional-, consideradas «fuerzas de ocupación españolistas» -se vio en la madrugada del pasado jueves en Manresa y Barcelona- y en los líderes de la oposición al procés. Esto no es nuevo, recuerden el ataque a la sede de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Barcelona en la Diada de 2015 al grito de «fascistas» e «hijos de put*» o la carta amenazante con su foto con una bala pegada a la frente que recibió por parte de militantes de ERC en 2007 -siendo líder de Ciutadans- Albert Rivera.

Tras aparecer unos carteles con el lema «quienes niegan el democrático derecho a la autodeterminación son enemigos del pueblo. Tratémoslos como tales» contra los principales dirigentes contrarios al ‘procés’ en la Cámara Catalana, Inés Arrimadas tuvo que sufrir como una internauta separatista deseaba a través de las redes que la violasen en grupo. Otros líderes -como el exalcalde de Badalona y actual portavoz del PP en el Parlament, Xavier García Albiol-, ya recibieron amenazas de muerte simulando un tiro en la nuca.

Pero la coacción no se queda en los líderes, ahora van a por sus familias. El PSC denunció esta semana el acoso a los hijos de los alcaldes que no se han adherido al referéndum ilegal en los colegios y este jueves el comercio en Granollers (Barcelona) de los padres del presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, apareció con pintadas intimidatorias, así como con pegatinas y carteles separatistas en defensa del referéndum ilegal convocado para el 1 de octubre y que ha suspendido el Tribunal Constitucional. La formación naranja ha denunciado estas pintadas «intimidatorias» –«Ciudadanos, no es vuestra tierra ni vuestra lucha» o «Albert ‘cocas'»-.

Además, secesionistas han atacado una decena de sedes de los socialistas tildándoles de «put** fachas», y el alcalde de Lérida, Ángel Ros, ha recibido una misiva con insultos y recortes de periódico con su fotografía tachada.

No son los primeros hechos violentos contra los partidarios del respeto a la legalidad desde la convocatoria de la consulta ilegal. El pasado miércoles, día en el que se conoció la detención de un miembro de la organización juvenil Arran, vinculada a la CUP, por desobedecer las sucesivas citaciones judiciales tras el asalto a la sede del PP de Barcelona en marzo, varios individuos lanzaron un ladrillo en la sede del PSC en la calle Nicaragua ocasionando dos heridos y varios desperfectos.

Su campaña para amedrentar -que ya dura al menos un lustro- no sería posible sin los medios de comunicación al servicio del ‘procés’. Recuerden el episodio en el segundo canal de la televisión pública catalana en el que se disparaba a las figuras silueteadas de diversos personajes públicos -entre ellos el Rey-, al mismo tiempo que se afirmaba que la violencia en determinados momentos resulta necesaria, o como esta cadena evidencia su parcialidad y sectarismo al dar voz a los que asaltan sedes de partidos políticos democráticos.

Tampoco sin el Barcelona. Por eso el portavoz del Govern, Jordi Turull, señaló este jueves al Espanyol por no sacar -como el Barcelona o el Gerona- un comunicado para rechazar las detenciones. El club presidido por Josep Maria Bartomeu, afirmó que «condenan cualquier acción que atente contra la democracia, la libertad de expresión y el derecho a decidir».

Tal y cómo denuncia el dramaturgo Albert Boadella, en el régimen catalán se da más la violencia moral, la coacción, que la violencia física. Pero esto no significa que episodios de este tipo no se hayan dado en un movimiento profundamente disgregador y sectario.

Cabe recordar, por ejemplo, al individuo que agredió a un padre que se dirigía con sus hijos hacia la manifestación constitucionalista en Barcelona y que portaba una bandera de España o a los cinco separatistas que agredieron a dos mujeres integrantes del colectivo ‘Barcelona con la Selección’ mientras hacían promoción de la asociación y pedían pantallas gigantes para ver al combinado nacional en Cataluña.

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