Una década después del arranque del procés, los jóvenes catalanes dan la espalda al separatismo. Según el informe Estado de la Juventud 2024, elaborado por la Agencia Catalana de la Juventud —dependiente de la propia Generalidad—, sólo un 36,2% de los jóvenes de entre 16 y 29 años se sienten «sólo catalanes» o más catalanes que españoles, frente al 57% que expresaba ese sentimiento en 2014. Es decir, un desplome de 20 puntos en plena generación pos-procés.
El estudio, basado en datos del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), también confirma que el cambio de paradigma arranca en 2017, coincidiendo con el fracaso del referéndum ilegal del 1-O. Desde entonces, los jóvenes catalanes han virado tanto en identidad como en ideología. Hoy, el votante joven en Cataluña se siente más representado por VOX o Aliança Catalana que por la CUP, y el giro a la derecha entre varones de 18 a 24 años es el más acusado de la serie histórica.
Fin de la hegemonía independentista entre los jóvenes
El viraje identitario no sólo refleja el hartazgo con el separatismo. También rompe con el relato catalanista que el separatismo lleva décadas imponiendo en escuelas y medios. Actualmente, el 44% de los catalanes se considera «tan español como catalán», un porcentaje impensable en los años álgidos del procés.
El uso del idioma también ha cambiado. Los jóvenes de entre 14 y 24 años son los que más usan el castellano en su ocio y los que más sitúan al catalán y al español como lenguas de identidad en igualdad (32%). En los mayores de 25, ese porcentaje nunca supera el 24%.
Un viraje ideológico
El mismo informe constata que los jóvenes catalanes se han desplazado ideológicamente hacia la derecha desde 2019. En una escala de 0 (extrema izquierda) a 10 (extrema derecha), la juventud se autoubica en un 4,3, la cifra más alta registrada. El giro es especialmente visible entre los varones de 18 a 24 años.
Este cambio generacional está pulverizando el llamado «consenso catalanista», el que daba por hecho que las nuevas generaciones serían más independentistas y más monolingües. Una década después, ni una cosa ni la otra. Los jóvenes catalanes rechazan el relato de la imposición identitaria, usan el castellano sin complejos y votan a los partidos que denuncian el desastre del procés.