La polémica en torno a la ausencia de representación española en la reapertura de Notre Dame sigue escalando. Según fuentes de la Casa Real, las invitaciones de las autoridades francesas a los Reyes y al ministro de Cultura, Ernest Urtasun, se gestionaron a través de la Embajada de España en París, lo que indica que el Ministerio de Asuntos Exteriores, encabezado por José Manuel Albares, estaba al tanto de estas comunicaciones.
Este detalle contradice las declaraciones de Albares, quien afirmó haberse enterado de la falta de presencia española en el evento por la prensa. Según el ministro, Exteriores no pudo coordinar la asistencia institucional porque desconocía que se habían enviado invitaciones. Sin embargo, Zarzuela sostiene que las gestiones siguieron el protocolo habitual, enviándose las invitaciones por vía diplomática a través de la embajada española en París, liderada por Victorio Redondo, un diplomático estrechamente vinculado al propio Albares desde su etapa en Moncloa.
Las fuentes gubernamentales, por su parte, destacan un descontento creciente en Exteriores con la Casa Real por no informar de ciertas acciones internacionales del Rey. Este malestar habría sido expresado por Albares en varias ocasiones y volvió a plantearse durante el vuelo oficial a Roma que compartió con los Reyes en una visita de Estado a Italia. «Albares está muy enfadado con Zarzuela», llegó a comentar un interlocutor gubernamental.
El acto en Notre Dame adquirió mayor relevancia después de que Donald Trump confirmara su asistencia pocos días antes de la ceremonia, lo que reforzó la necesidad de que las embajadas informaran a sus gobiernos sobre los preparativos y la lista de invitados. Según diplomáticos consultados, sería improbable que la embajada española en París no hubiera trasladado esta información al Ministerio de Exteriores, dado que el evento había sido objeto de múltiples reuniones protocolarias entre las delegaciones internacionales.
En este contexto, se especula que la falta de coordinación podría deberse a un fallo en la comunicación interna. «O Albares miente o alguien de su equipo no hizo su trabajo», reflexiona un embajador acreditado en un país aliado. Si se confirmara que Redondo no informó sobre las invitaciones ni sobre las negativas de los Reyes y Urtasun, sería razonable que Albares evaluara su destitución «por pérdida de confianza», según añade un compañero de la carrera diplomática.