Esta semana el presidente Joe Biden compareció esta semana en rueda de prensa para anunciar que la economía de Estados Unidos había experimentado una inflación cero en el mes de julio, a pesar de que los costes de los bienes y servicios siguen subiendo un 8,5% con respecto al año anterior.
«Solo quiero decir un número. Cero. Hoy recibimos noticias de que nuestra economía tuvo inflación cero en el mes de julio», se jactó Biden. La inflación de todos los precios al consumo en julio se mantuvo estable con respecto al mes anterior, gracias a una caída en el precio de la gasolina desde los máximos históricos de junio y una fuerte disminución en el costo de los pasajes aéreos.
Pero ya conocemos este truco patético. En España, hemos visto al Gobierno sacar pecho después de una destrucción sin precedentes e inasumible del empleo cuando, tras las restricciones de la pandemia, empezó a recuperarse. «Cero por ciento», repitió Biden con orgullo. «Inflación cero el mes pasado». Es hacerse trampas al solitario, como lo de negar que el país haya entrado en una recesión después de dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo.
Y no es solo una iniciativa desesperada, sino sobre todo es políticamente inútil. Ningún votante decide su papeleta por un dato macroeconómico que ve en la tele o lee en el periódico, sino por sus circunstancias reales, por su situación personal. Y la realidad es que los precios siguen subiendo en el mercado, sobre todo la alimentación. Subieron un 1,3% con respecto al mes anterior y un 13,1% comparado con el año anterior.
El coste del alquiler también aumentó un 0,7% con respecto al mes anterior y un 6,3% respecto al año anterior.
Biden dijo con cautela que la inflación «puede estar comenzando a moderarse», pero advirtió que los desafíos globales como la guerra en Ucrania y más cierres pandémicos aún podrían dañar la economía. «El plan económico está funcionando», concluyó. Luego, en la América real, la opinión de los ciudadanos es otra. Más de dos tercios de los habitantes de Estados Unidos se muestran convencidos de que la economía va a peor. Pero, ¿qué sabrán ellos?