Por fin llegó el momento. El pomposo Comité del 6 de Enero establecido por la Cámara de Representantes de Estados Unidos ha tenido desde el primer día un solo objetivo: usar la patética farsa del ‘asalto’ al Capitolio para frenar a Trump. Y ahora, al fin, ha imputado al expresidente.
A pesar de haber sido incapaz de presentar una sola prueba que le implique en la payasada de aquella jornada que los demócratas se empeñan en calificar de ‘golpe de Estado’, en su primera sesión en meses ha citado a Trump para que comparezca, a solo unos días de las cruciales elecciones de medio mandato.
El diputado demócrata Bennie Thompson, presidente del comité, explicó que Trump estaba en el «centro» de los eventos que rodearon los disturbios en el Capitolio, y que la necesidad de que testifique «va más allá de nuestra investigación”, entrando de lleno en la «responsabilidad» ante los estadounidenses en su conjunto.
La votación para aprobar la citación fue unánime, con la resolución para obligar a Trump a testificar propuesta por la inefable Liz Cheney, presunta republicana cuya acérrima oposición a Trump le hizo perder las primarias para conservar su escaño en el Congreso. Cheney no es un «miembro de alto rango» del comité, como se describe en la resolución habilitante, pero se la suele llamar «vicepresidente». NBC News dio la exclusiva de la citación, filtrada del comité.
Es una farsa indecente. Por ejemplo, el propio Thompson, al igual que otros miembros del comité, se había opuesto a que se certificaran los resultados de las elecciones presidenciales que dieron la victoria a Trump. Y, sin embargo, eso mismo, pero referido a las elecciones que dieron la victoria a su hombre, el comité lo describe como “un intento de socavar la democracia”. Y ahora quiere convencer a la ciudadanía de que la investigación del comité “no va de política. No va de partidos. Va de hechos, simple y llanamente”.
Debe de ser por eso que el comité, al mejor estilo soviético, está compuesto únicamente por congresistas de ambos partidos unidos por su común odio a Trump, elegidos personalmente por la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, ignorando la resolución habilitante del comité. Por lo tanto, su autoridad para citar a nadie la está juzgando en estos momentos un tribunal federal.
Los miembros del comité hicieron referencia al presunto “papel personal clave” de Trump en los disturbios, pero no presentaron prueba alguna. Se limitan a repetir como papagayos conclusiones predeterminadas ante una ciudadanía buena parte de la cual considera este comité como un juicio-espectáculo más que como una legítima investigación del Congreso.