«Florida es el estado donde lo woke viene a morir», declaró tras su espectacular victoria el reelegido gobernador del estado, Ron DeSantis, y está cumpliendo su palabra contra el viento y la marea que suscitan contra él los medios convencionales y la propia administración federal.
Lo que hizo con las escuelas –prohibir el adoctrinamiento racial y la teoría de género– piensa llevarlo, adaptado, a la educación universitaria en su estado, prometiendo prometió eliminar la financiación pública para Diversidad, Equidad, Inclusión (DEI) y Teoría Crítica de la Raza (CRT).
Las universidades públicas no deberían usar el dinero de los contribuyentes para ofrecer títulos en estudios «zombies», sino que deberían aspirar a la excelencia académica y la verdad, y permitir que los estudiantes piensen por sí mismos, dijo DeSantis. «Nuestras instituciones dotarán a los estudiantes de títulos que realmente sean útiles», añadió. «Eliminaremos todas las burocracias DEI y CRT en Florida. Se cerrará el grifo».
DeSantis ofreció una serie de propuestas legislativas para eliminar las ideologías políticas de las universidades, lo que incluye permitir que los presidentes de las universidades y el consejo de administración de la universidad realicen una revisión posterior a la titularidad de los profesores según sea necesario. También quiere transferir la autoridad de contratación, ahora en poder del claustro, al presidente de la universidad.
Una herramienta clave de los comités de contratación universitarios para asegurarse la «pureza ideológica» de los aspirantes es obligarles a comprometerse formalmente con un ideario ideológico «woke», algo que DeSantis quiere prohibir. Hasta ahora, los candidatos que rechazan esas premisas ideológicas disolventes pierden puntos en el proceso de contratación, asegurándose así la universidad que todos sus docentes estén a la izquierda de Pol Pot.
Para DeSantis, las burocracias basadas en el esquema DEI se han convertido en un componente de la administración dentro de las universidades que imponen una agenda política e ideologías como el sesgo implícito, que presupone, por ejemplo, que Estados Unidos es sistemáticamente racista. «Estas burocracias son hostiles a la libertad académica y realmente constituyen una sangría de recursos», asegura el gobernador.
DeSantis rechaza la opinión dominante en el mundo universitario de que la educación superior debe imponer la conformidad ideológica para fomentar el activismo político, y propone que los planes de estudios universitarios exijan un curso sobre la historia y la filosofía de la civilización occidental.
Estos «aparatos de control ideológico» se han extendido como un cáncer por las universidad, insiste DeSantis, y recuerda que la Ley Stop Woke del estado, aprobada el año pasado, ya permite a los empleados, en particular en las empresas privadas, abstenerse de participar en cursillos de lavado de cerebro CRT o DEI.
También elogió a los presidentes del Florida College System (FCS) que el 18 de enero apoyaron públicamente su visión de una educación superior libre de adoctrinamiento, y abierta a la verdad y la libertad intelectual. FCS está formado por colegios comunitarios y colegios estatales.