Ya hemos citado antes en estas páginas la proliferación de las «ideas de lujo», aquellos conceptos disparatados que defienden quienes saben que no van a resultar perjudicados por sus consecuencias negativas, que recaerán sobre la plebe. El problema es que, en ocasiones, el mal se extiende tanto que acaba perjudicando a los propios defensores de esas ideas, momento en el que cambian radicalmente de discurso. Es lo que acaba de pasar con el alcalde de Nueva York, el demócrata Eric Adams.
Nueva York, municipio «woke» entre los «woke», es una «ciudad santuario», es decir, un territorio que se compromete a acoger a todos los refugiados e inmigrantes ilegales que lleguen a ella y a incumplir activamente las leyes federales que obliguen a extraditarlos. Es una fórmula común en ciudades y estados demócratas que, estando lejos de la frontera, pueden así quedar bien sin sufrir las consecuencias. Hasta que las consecuencias llegan, naturalmente.
Porque la entrada por la frontera sur de ilegales ha alcanzado niveles históricos y los recién llegados ya no se quedan en los estados republicanos. Así, la ciudad de Nueva York se enfrenta a un influjo masivo de estos ilegales, lo que ha hecho cambiar radicalmente el discurso de Adams, que en su día hizo campaña a favor del mantenimiento de la población como «ciudad santuario», acaba de lanzar un mensaje desesperado que solo puede calificarse de trumpista.
Tras vérselas con la realidad de la crisis fronteriza de Biden, Adams se rinde a la evidencia. Básicamente, en su discurso admite que la postura progresista sobre la inmigración ilegal, las fronteras abiertas y las ciudades santuario no sólo es defectuosa: es devastadora y destruirá completamente su ciudad.
Adams advirtió a la multitud reunida en asamblea abierta (‘townhall, con presencia de ciudadanos) que la crisis migratoria «destruirá la ciudad de Nueva York» y criticó a la Administración Biden por no hacer nada sobre el problema que crearon.
«Les voy a decir algo, neoyorquinos, nunca en mi vida he tenido un problema al que no le viera un final. No le veo un final a esto», dijo.
«Le dimos la vuelta a esta ciudad en 20 meses», dijo Adams, «y luego lo que pasó comenzó cuando un loco en Texas decidió que quería llevar gente a la ciudad de Nueva York: 110.000 inmigrantes». La ciudad, que ya está bajo la presión de múltiples problemas, desde la delincuencia hasta la infraestructura y un déficit de 12.000 millones de dólares, ahora está luchando por gestionar una abrumadora afluencia de inmigrantes. Con los recursos ya escasos, Adams pinta un panorama sombrío: » Tenemos que alimentar, vestir, alojar, educar a los niños, lavar sus sábanas, darles todo lo que necesitan, atención médica «.
Según Adams, «todas las comunidades de esta ciudad se verán afectadas» por el golpe financiero de la crisis migratoria. «Tenemos un déficit de 12.000 mil millones que vamos a tener que recortar. Todos los servicios en esta ciudad se verán afectados», continuó Adams, señalando que «no estamos recibiendo apoyo en esta crisis nacional y no estamos recibiendo ningún apoyo». apoyo» de la administración Biden.
Adams se une a las filas de quienes han criticado a Biden por una aparente falta de estrategia en materia de inmigración, especialmente a medida que el problema evoluciona para incluir no sólo a aquellos que vienen de América Central o del Sur, sino también de «Venezuela, Ecuador, Rusia y África occidental». «El idealismo choca con el realismo cuando hay que tratar con todas las poblaciones», afirmó Adams.