Estados Unidos celebra hoy el Supermartes, el gran día en el calendario de las primarias en el que hasta quince estados organizarán sus respectivas votaciones de manera simultánea para definir a sus candidatos a la Casa Blanca, siendo la contienda republicana la que acapara toda la atención este año.
Nikki Haley llega a este martes con la difícil tarea de frenar a un Donald Trump cuya nominación parece casi cerrada. La exgobernadora de Carolina del Sur tiene su última oportunidad de reducir la brecha que les separa después de una mediocre carrera por la nominación republicana hasta el momento.
Actualmente el expresidente cuenta con 244 delegados frente a los 43 de Haley, que confía en revertir la situación ganándose el favor de estados con votantes republicanos menos conservadores, como Massachusetts, Vermont o Virginia.
«Seguiré peleando», ha dicho Haley a su paso este domingo por Vermont, tras evitar pronunciarse sobre la posibilidad de perder y tener que apoyar la candidatura de Trump, que durante todas las primarias ha mantenido un brusco tono hacia ella. «Es una perdedora», ha dicho para desdeñar su triunfo en Washington.
Además de su supervivencia política, Haley también se juega este martes su supervivencia financiera, después de que algunos de los principales soportes de su campaña hayan ido retirándose a medida que Trump iba imponiéndose en todas las contiendas, hasta este domingo en Washington.
Por su parte, Trump ha arrancado la semana exultante, vaticinando que logrará los 1.215 delegados que necesita para asegurar matemáticamente su nominación, tras haber logrado en citas anteriores importantes victorias en feudos como Michigan y Carolina del Sur, el estado natal de Haley.
El expresidente lidera el conteo de votos y de delegados, habiendo ganado todas las primarias hasta ahora, salvo la de Washington, una «ciénaga» sin importancia, según Trump, para quien el Supermartes se antoja todo un trámite antes de ir a por el «el corrupto Joe», en referencia al presidente Biden.