«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Dos modelos de sociedad

Elecciones en los Estados Unidos: todo o nada para todos

Todo o nada para todos

Es primer martes después del primer lunes de noviembre de un año bisiesto y eso significa que los Estados Unidos celebran sus elecciones presidenciales, entre otros comicios legislativos y territoriales. Han abierto todos los colegios, de Vermont a Hawái, ya se vota en todo el país.

Donald Trump y Kamala Harris llegan a este 5 de noviembre igualados según las encuestas y dispares en la motivación que provocan entre sus partidarios en sus actos. La demoscopia no es una ciencia especialmente fiable cuando llegan los comicios estadounidenses. Las casas dedicadas a la tarea, a veces por falta de virtud, otras por exceso de defecto, suelen quedarse lejos de acertar. El entusiasmo, en cambio, es más fácil de comparar, y en ese terreno el republicano gana por goleada a la demócrata, de sus tres rivales, la menos fuerte a la que se ha enfrentado.

https://gaceta.es/estados-unidos/elecciones-en-los-estados-unidos-todo-lo-que-se-vota-este-5-de-noviembre-20241105-1055

Ni la motivación superior ni las ganas mayores de sus votantes —de buena parte de ellos— sirven para dar por hecho que el republicano regresará a la Casa Blanca. Harris no mueve a los partidarios demócratas tanto como sus predecesores, pero sí lo hacen sus dos únicos argumentos electorales: «No soy Biden» y «no soy Trump», efectivos con unas bases más movilizadas por la animadversión al republicano que por el respeto a su opción natural.

Entre encuestas, dudas, entusiasmo y miedo, los dos candidatos afrontan estas elecciones como un todo o nada. Para ambos, ganar supondrá otros cuatro años en la Casa Blanca, y perder significará el fin de su carrera política. En el caso de Harris, porque nadie con peso en su partido le permitirá volver a ser la candidata dentro de cuatro años. En el de Trump, por una sencilla cuestión biológica.

La derrota de Kamala Harris sería el último acto de una carrera política personal —siempre con algún puesto menor como posibilidad—, y podría suponer un daño importante para el Partido Demócrata, alejado de la realidad de un país del que sólo parece conocer y reconocer sus grandes ciudades, de marcado y homogéneo carácter progresista.

Si Donald Trump no alcanzase la Presidencia de los Estados Unidos, el movimiento MAGA (Make America Great Again), «el más grande de la historia del país», según su protagonista, quedaría sentenciado, sin posibilidad de un trumpismo sin Trump. De ello son conscientes sus partidarios y sus detractores demócratas y, quizá con mayor interés, republicanos.

La nación

Además de los dos candidatos, y con más razón, los estadounidenses se juegan mucho en estas elecciones en las que optan entre dos modelos de sociedad diametralmente opuestos en algunos aspectos, aunque demasiado parecidos en otros.

Es en el eje patriotismo-globalismo donde está la mayor batalla, con la dignidad de la persona como centro de la contienda. Mientas los demócratas apoyan y promueven la intervención de los burócratas no electos en la vida —en el alma— de las personas, los republicanos proponen una vuelta a la nación como depositaria de la soberanía, es decir como beneficiaria del servicio de los medios públicos.

La paz o, dicho de otro modo, la intervención militar del Ejército alrededor del mundo, de manera directa o inderecta es un asunto capital. De igual modo lo es la libertad de los padres para elegir la educación y la formación de sus hijos. Ambos, en el corazón mismo de lo que votan los estadounidenses este primer martes después del primer lunes de noviembre.

Fondo newsletter