Una vez que se ocupa el Despacho Oval, los hombres se resisten a dejarlo. Por eso Joe Biden ha sorprendido al anunciar su renuncia a proseguir la campaña de reelección, ya que hacía unos días había declarado que sólo renunciaría si Dios Todopoderoso se lo pedía y, hasta antes del debate con Donald Trump el 28 de junio sus admiradores aseguraban que se encontraba en pleno uso de sus facultades mentales. Y a quienes lo dudasen algunos entusiastas de la Casa Blanca estaban dispuestos a abrirles la cabeza.
El anterior antecedente fue el también demócrata Lyndon B. Johnson (1963-1969). Éste obtuvo en las elecciones de 1964 una victoria arrolladora gracias a la sombra del asesinado Kennedy, de quien era vicepresidente, y los programas de la Gran Sociedad. Obtuvo el 61% del voto popular, el porcentaje más alto de un candidato demócrata. Su rival, el senador Barry Goldwater sólo tuvo un 38,5% y ganó en seis estados.
Los vídeos que muestran a Biden “viejo”: “Este tipo de manipulaciones toscas, a la antigua usanza, llevan mucho tiempo siendo perfectamente efectivas a la hora de engañar a la gente” https://t.co/DwidohBgzn
— elDiario.es (@eldiarioes) June 24, 2024
LBJ implicó aún más a su país en la guerra de Vietnam, que ya había apoyado como miembro de la Administración Kennedy. Fue el primer presidente en dirigir una guerra sin contar con la declaración formal del Congreso, argucia que han tratado de repetir otros presidentes, y envió a 540.000 militares a Vietnam, lo que ocasionó protestas interminables en Estados Unidos.
Vietnam y las protestas contra el racismo en los estados demócratas del Sur se convirtieron en los asuntos principales de esa campaña, a la que LBJ se presentó para la reelección. En las primarias de New Hampshire, el presidente quedó primero en el bando demócrata, pero un candidato contrario a la guerra, el senador por Minesota Eugene McCarthy, estuvo poco más de 4.000 votos de alcanzarle.
El 31 de marzo, Johnson anunció al país que renunciaba a la candidatura demócrata en un discurso por televisión y que se volcaba en conseguir la paz. Sin embargo, impuso en la convención de su partido, celebrada en Chicago entre enormes protestas, a su vicepresidente, Hubert Humphrey, como candidato. Y a finales de octubre intentó favorecerlo con la suspensión de los bombardeos con efecto en el día siguiente para impulsar las conversaciones de paz en París, que se habían inaugurado en mayo. Pese a luchar contra el poder de la presidencia, la prensa y un tercer candidato (el racista George Wallace, salido del partido demócrata), Richard Nixon venció por poco más de 500.000 votos y con el riesgo de perder la elección en el colegio electoral y el Congreso.
Incapaz para ganar las elecciones, pero capaz para continuar en la Casa Blanca, ¿intervendrá de una manera parecida Biden en la campaña?
Desde 1968 hasta 2024 ningún presidente en ejercicio ha renunciado a intentar la reelección. La consiguieron Ronald Regan (el primer presidente que completó dos mandatos desde Dwight Eisenhower, en 1961), Bill Clinton y Barak Obama. Los que fracasaron fueron Gerald Ford (1976), James Carter (1980), George H. Bush (1992) y Donald Trump (2020). La diferencia entre Trump y los anteriores es que él se presenta por tercera vez a las elecciones.
Antes, varios presidentes intentaron un tercer mandato, como Ulises Grant y Theodor Roosevelt; sólo uno lo logró, Franklin Roosevelt, que gobernó doce años (1933-1945). El Congreso aprobó la Enmienda XXII a la Constitución el 21 de marzo de 1947, al unirse los republicanos con los demócratas del Sur, opuestos a los programas contra la segregación racial aplicados por Harry Truman. En su tramitación pasó a toda velocidad por el Congreso, prueba de su aceptación entre los parlamentarios. La discusión anterior a la votación en la Cámara de Representantes duró sólo dos horas y en el Senado se prolongó por cinco días. Dada la condición federal del régimen político de EEUU, la reforma tenía que ser ratificada por treinta y seis estados antes de siete años, y ese número se consiguió el 27 de febrero de 1951.
En el siglo XX, sólo hubo otro presidente que renunció a intentar un segundo mandato: el republicano Calvin Coolidge (1923-1929). Llegó a la Casa Blanca al morir inesperadamente el Warren Harding, del que era vicepresidente. Fue reelegido en 1924 con un 54% de los votos. No se presentó a las elecciones de 1928 a pesar de su popularidad y de la prosperidad económica. Su sucesor, Herbert Hoover, se enfrentó a la Gran Depresión. En sus memorias, Coolidge se justificó con la siguiente frase: «Es una muy buena idea retirarse cuando aún se te reclama».
Como escribió Alexis de Tocqueville, «el deseo de ser reelegido domina los pensamientos del presidente». De los catorce presidentes que hasta 1864 concluyeron su primer mandato, doce de ellos se presentaron a la reelección. Uno de los lemas de Abraham Lincoln en su segunda campaña fue ‘No cambiar de caballo en la mitad del río’. Tanto gustó que otros presidentes involucrados en guerras exteriores lo repitieron. Lo hizo Roosevelt en 1944, durante la Segunda Guerra Mundial; Richard Nixon, en 1972, durante la guerra de Vietnam; y George Bush, en 1994, durante la guerra del golfo Pérsico.
Por el contrario, los donantes y plutócratas que alimentan el Partido Demócrata han decidido que los demócratas van a cambiar de caballo. Porque se juegan mucho dinero en las elecciones.