La campaña de Kamala Harris ha logrado consolidarse como la más apoyada económicamente por las grandes corporaciones, con una ventaja considerable sobre Donald Trump en términos de gasto diario, gracias a una notable afluencia de los fondos de Wall Street y Silicon Valley. Mientras la contienda presidencial se intensifica y entra en una fase decisiva —con las encuestas igualadas—, Harris y el Comité Nacional Demócrata están destinando casi cinco millones de dólares más por día que su oponente republicano. Los registros federales recientes revelan que en agosto, Harris invirtió un promedio de 7,5 millones de dólares diarios, triplicando los 2,6 millones de dólares de Trump en el mismo periodo.
Este amplio apoyo financiero ha permitido a Harris mantener su ofensiva desde su anuncio, destinando sumas millonarias a anuncios publicitarios y estrategias en estados clave, como Carolina del Norte y Nevada, donde el equipo de Trump había mostrado previamente confianza en la victoria. Según datos de AdImpact (compañía de software), en septiembre, la campaña de Harris incrementó su gasto en publicidad a 152 millones de dólares, un 21% más que el mes anterior, mientras que Trump sólo alcanzó los 63 millones.
La competencia sigue reñida, aunque las encuestas más recientes muestran que Harris ha recortado significativamente la ventaja que Trump había obtenido frente a Biden. Este vuelco se ha visto reflejado también en el ámbito económico: Harris comenzó septiembre con 404 millones de dólares disponibles en su cuenta de campaña, frente a los 295 millones de dólares de Trump, según la Comisión Federal Electoral.
Parte del éxito de Harris proviene del respaldo de grandes donantes como Bruce Karsh de Oaktree Capital Management LLC, el magnate del petróleo Andy Hall, el cofundador de Facebook Dustin Moskovitz o la actriz Scarlett Johansson, entre otros. Este grupo de poderosos financiadores ha sido clave para que Harris supere a Trump en recaudación, un área donde el republicano había tenido ventaja durante la primavera y verano, mientras la campaña de Biden perdía impulso.
En agosto, la campaña de Harris destinó 140 millones de dólares sólo en publicidad, de un total de 225 millones que gastaron en conjunto el DNC y su campaña. En contraste, Trump y el Partido Republicano gastaron 48 millones en publicidad en el mismo mes, viéndose obligados a adoptar una postura más defensiva en sus estrategias.