El Tribunal Constitucional de Rumanía sorprendió al país al anular las elecciones presidenciales del 8 de diciembre, argumentando sospechas de «interferencia extranjera». La decisión llegó después de que el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, acusara desde Malta un supuesto esfuerzo ruso «bien financiado» para influir en los comicios.
La votación ya había comenzado en los centros electorales de la diáspora, donde Călin Georgescu, un candidato soberanista crítico con las «guerras eternas» y la política progresista, lideraba con el 43,3% de los votos. Georgescu, conocido por su postura similar a la de Donald Trump, calificó la anulación como un «pacto con el diablo» en una publicación viral en TikTok y pidió calma a sus seguidores.
Medios independientes, como Compact News, calificaron el fallo del tribunal como un «golpe judicial» y señalaron que no se han presentado pruebas claras de la supuesta interferencia rusa. Georgescu, en una entrevista con Sky News, negó vínculos con Rusia y expresó su rechazo a involucrar a Rumanía en el conflicto de Ucrania, afirmando: «La OTAN está bien como organización defensiva, pero no quiero que mi país participe en una guerra«.
Antes de la anulación, Estados Unidos jugó un papel activo en la narrativa contra Georgescu. Un exembajador estadounidense en Rumanía apareció repetidamente en medios locales criticándolo, mientras que la embajadora Kathleen Kavalec visitó la base aérea Mihail Kogălniceanu, una instalación estratégica de la OTAN que se está convirtiendo en la más grande del bloque en Europa.
El presidente en funciones, Klaus Iohannis, anunció que permanecerá en el cargo hasta que se elija un nuevo mandatario, a pesar de que la Constitución estipula que debe dejar el puesto al final de su mandato. Esta decisión ha generado descontento en una población que recuerda con desconfianza las extensiones de poder durante el régimen comunista.
El Parlamento saliente, en un giro inesperado, aprobó una ley que permite el despliegue de soldados rumanos bajo mando extranjero, alimentando la percepción de que las instituciones democráticas están siendo socavadas. Analistas señalan que esta medida podría estar vinculada con presiones externas para intensificar la implicación militar en Ucrania.
La situación ha generado tensiones sociales y cuestionamientos sobre la credibilidad de las instituciones democráticas de Rumanía. Según el comentarista político Bogdan Chirieac, «la prolongación del mandato de Iohannis podría aumentar el descontento entre una ciudadanía que asocia estas maniobras con el autoritarismo». El destino de Rumanía ahora se encuentra en una encrucijada política y social que marcará su futuro inmediato.