Dos diputadas transgénero de Brasil han denunciado que el Gobierno de Estados Unidos las ha identificado como hombres en los visados emitidos recientemente, lo que ha provocado una oleada de críticas por parte de ambas, que consideran la decisión como un acto de «odio» y «transfobia». Washington, sin embargo, se mantiene firme: la ley estadounidense sólo reconoce el sexo biológico.
Erika Hilton, diputada por el izquierdista Partido Socialismo y Libertad, ha publicado un comunicado en la red social X donde afirma que «el Gobierno de Estados Unidos me clasificó como hombre» al tramitar su visa para acudir a la Conferencia de Brasil en la Universidad de Harvard y el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Según ha denunciado, ella figura como mujer «incluso en su acta de nacimiento«.
La parlamentaria ha acusado a la Administración estadounidense de ignorar «documentos oficiales de otras naciones soberanas» y de modificar información en función de «la narrativa y los deseos del presidente de turno de quitarles derechos«. En su opinión, esto forma parte de «una agenda política global de odio» que, aunque se materializa ahora en Estados Unidos, ya fue derrotada —dice— una vez en Brasil.
La Embajada de Estados Unidos en Brasilia ha respondido con contundencia: «Según la Orden Ejecutiva 14168, es política de Estados Unidos reconocer dos sexos, masculino y femenino, considerados inmutables desde el nacimiento«, recordando el decreto firmado por el presidente Donald Trump tras asumir el cargo en enero, que prohíbe la autoidentificación de género en documentos oficiales como los pasaportes.
Pocas horas después, Duda Salabert, diputada trans del Partido Democrático Laborista, ha denunciado haber recibido el mismo trato. «La Administración Trump también me informó de que mi visa será para hombre«, afirmó en X. Según su relato, al tramitar la renovación de su visado fue informada de que este contendría la categoría de sexo masculino, con el argumento de que su condición de trans es «de conocimiento público» en Brasil.
Salabert ha intentado «resolver el caso por la vía diplomática«, pero ha calificado la decisión de Estados Unidos como «más que transfobia», asegurando que se trata de «una falta de respeto a la soberanía de Brasil y a los Derechos Humanos más básicos«. También ha expresado su esperanza en que el Ministerio de Exteriores brasileño adopte «una posición firme«, ante lo que considera «una afrenta a todos los brasileños que creen en la dignidad, en el reconocimiento y en el derecho a existir plenamente«.