Si este escÔndalo de los documentos clasificados que Biden robó de la Administración Obama es, como parece, una maniobra para deshacerse del senil presidente y evitar que vuelva a presentarse en las presidenciales de 2024, en cualquier caso el régimen no va a permitir que uno de los suyos sufra las indignidades a las que sometieron a Donald Trump en el asalto a su residencia de Mar-a-lago.
Dicho de otro modo: no habrĆ” un equipo de agentes armados hasta los dientes invadiendo el garaje de Biden, ni mucho menos. Ni siquiera habrĆ” agentes del FBI en la bĆŗsqueda, por insólito que parezca al tratarse de documentos que podrĆan comprometer la seguridad nacional.
Cuenta el Wall Street Journal que, despuĆ©s de que los abogados del presidente Biden encontraran documentos clasificados en una oficina de un Ā«think tankĀ» en Washington, el Departamento de Justicia se negó a que agentes del FBI supervisaran la bĆŗsqueda de documentos clasificados en sus residencias, para Ā«evitar complicaciones posterioresĀ» y con la excusa de los abogados del propio Biden Ā«habĆan entregado rĆ”pidamente un primer lote y estaban cooperandoĀ».
ĀæPolicĆa? No, no, nada de eso. Nada de agentes, como en el caso de Melania Trump, rebuscando entre la lencerĆa de Jill Biden. Mucho mejor, el Departamento de Justicia que dirige Merrick Garland decidió que los abogados de Biden se ocuparan de las bĆŗsquedas que pudieran quedar y avisaran al departamento si encontraban algo, ya si eso. Luego los policiales los recogerĆan.
El acuerdo incluyó que los agentes no informaran de cosas como el volumen o el contenido. Después de todo, estamos hablando de la misma agencia que alimentó la desmontada «trama rusa» para acabar con Trump y que encubrió a los Biden durante las elecciones de 2020, contÔndoles a los medios y a las tecnológicas que lo del portÔtil de Hunter Biden era desinformación rusa.
DespuĆ©s del hallazgo inicial en el Penn-Biden Center a principios de noviembre (y no revelado hasta la semana pasada), se descubrieron materiales clasificados en tres ocasiones distintas en la casa de Biden en Wilmington en diciembre y enero, en el garaje y en una habitación contigua, segĆŗn ha confesado Richard Sauber, abogado de la Casa Blanca, para quien los documentos Ā«se habĆan colocado inadvertidamenteĀ» donde se han encontrado.
Para los trumpistas esta doble vara de medir, habitual en la vida polĆtica norteamericano, estĆ” yendo demasiado lejos, y el propio Trump, que no es famoso por sus discretos silencios, ha saltado con uno de los detalles mĆ”s desconcertantes: no hay registros de visitantes en las residencias de Biden cuando era vicepresidente con Obama.
«La Casa Blanca acaba de anunciar que no hay REGISTROS ni información de ningún tipo sobre los visitantes de la casa de Wilmington y el garaje, sin llave y sin seguridad, ahora tan famoso. ”QuizÔs son mÔs inteligentes de lo que pensamos!», escribió Trump en su plataforma de redes sociales Truth Social.