El peor enemigo del régimen es la hemeroteca o, en los tiempos que corren, la memoria de Internet, que nunca olvida. Como sin duda sabrán, uno de los pecados imperdonables de Donald Trump y los suyos, lo que hace de ellos dignos de la etiqueta de “semifascistas” que les ha endilgado el mismísimo presidente en un mensaje institucional, es haber dudado de la limpieza de las últimas elecciones presidenciales. De ahí viene todo lo demás.
Porque, de repente, a la semana misma de comunicarse los resultados oficiales, todo el establishment de Washington y los medios de comunicación se conjuraron para rasgarse las vestiduras ante la posibilidad misma de que pudieran trucarse las urnas, un fenómeno rutinario desde que existen. Los resultados apestaban a kilómetros y se presentaron docenas de irregularidades, pero meramente insinuarlo bastaba para descalificar a cualquiera, como si hubiera una imposibilidad metafísica, un espíritu protector que impedía sobrenaturalmente que se perdiera o cambiara la más humilde de las papeletas. Hasta se acuñó el extraño término de “negacionista de las elecciones” para demonizar a los osados.
Biden volvió a sacar esa carta en su discurso totalitario, en el que condenaba a las tinieblas exteriores al partido de la oposición. El pasado día 4, el cuidador del presidente Biden escribía en su cuenta de Twitter: “América respeta las elecciones libres y limpias. Honramos la voluntad del pueblo. No la negamos”.
Y el tema se ha vuelto a reavivar porque la ganadora de las primarias republicanas como candidata a gobernadora de Arizona, Kari Lake, es conocida por haber puesto en duda el resultado electoral de las presidenciales, una postura que volvió a reiterar preguntada por un periodista. Y, naturalmente, vuelve para los demócratas y sus aliados mediáticos la ocasión de aferrarse a las perlas y pedir las sales. “Los negacionistas de las elecciones avanzan hacia el poder en frentes electorales clave en 2024”, titulaba ayer el Washington Post. El fascismo ya está aquí, como ha advertido Biden, porque, ¿qué cosa si no una amenaza para la democracia son estos que niegan los resultados de unas elecciones?
Solo que, como suele ser el caso, el pecado por el que apedrean a Trump y a los trumpistas es uno que han cometido con extraordinaria regularidad y ligereza ellos mismos, una y otra vez. Y a la voz de su amo, la inefable portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, la pillaron de lleno en la última rueda de prensa, cuando un periodista la puso frente a este tuit suyo de 2016: “Correos robados, drones robados, elección robada… Bienvenidos al mundo del #nopresidente Trump”. Ups.
No era el único de Jean-Pierre, que no ve elección en la que ganen los republicanos que no sea robada, como lo fue, según compartió con el mundo en Twitter, la victoria en Georgia de Brian Kemp frente a Stacey Abrams.
La respuesta de Jean-Pierre fue bastante patética: “Dejemos claro primero que esa comparación que estableces es simplemente ridícula. Yo estaba hablando específicamente en ese momento de lo que sucedía con los derechos al voto y lo que era una amenaza para los derechos al voto”.
Pero no hace falta centrarse en la pobre portavoz. Basta echar un vistazo por las cuentas de los demócratas más señalados tras la victoria de Trump en 2016 para encontrar resmas del mismo ‘negacionismo’, igual que en las redacciones de los telediarios y en las páginas de los grandes diarios. Con lo que se demuestra, una vez más, que lo verdaderamente ‘semifascista’ es denunciar fraude electoral solo cuando gana un demócrata.