Go woke, go broke («si te haces woke, te arruinas») es ya un mantra relativamente viejo en el mundo empresarial, pero sólo ahora empiezan las grandes corporaciones de Estados Unidos a abandonar los criterios de inversión DEI (Diversidad, Equidad, Inclusión) en vista de sus nefastos resultados.
Cuando uno veía las causas apoyadas por los gigantes financieros e industriales podía preguntarse si se habían vuelto locos todos, viendo cómo respaldaban y financiaban políticas no sólo ultrarrevolucionarias, sino abiertamente impopulares. Parecía el perfecto opuesto al tradicional «el cliente tiene siempre la razón».
Pero todo tiene una explicación, y en este caso muy sencilla: entre los criterios de evaluación empleados por los grandes fondos de inversión para decidir a qué empresa financiar estaban los DEI mencionados. Si no eran suficientemente woke, no había dinero para ti.
El programa ha dado resultados desastrosos, con lo que todo eso ha empezado a cambiar, y a lo grande. La semana pasada le tocó el turno a Ford, que ha decidido replantearse sus criterios de contratación y promoción que excluían a los norteamericanos blancos.
En una nota a los empleados del pasado 28 de agosto, el director ejecutivo de Ford, Jim Farley, dijo que es «consciente de que nuestros empleados y clientes tienen una amplia gama de opiniones» y de que la empresa está adoptando «una nueva perspectiva» sobre su programa DEI.
Ford no es exactamente pionero en esta huida del gulag woke, sino que sigue a otras grandes corporaciones como Tractor Supply, John Deere, Harley-Davidson, Polaris, Indian Motorcycle, Lowe’s y, más recientemente, Molson Coors, que al parecer han revisado sus políticas de DEI, ya sea debido a la presión pública o a demandas judiciales.
Sí, judiciales, porque las leyes de no discriminación no son sólo para las minorías, sino para todo el mundo, y la prohibición de discriminar en el trabajo también se refieren a los blancos. Desde 2021, los accionistas de 25 empresas cotizadas han informado oficialmente a sus directivos de que sus programas DEI constituyen una discriminación ilegal según las leyes federales y estatales de derechos civiles, así como un incumplimiento del deber fiduciario hacia los inversores.
«Es una tendencia, sin duda», declaró a la publicación The Epoch Times Jerry Bowyer, presidente de Bowyer Research, una consultora de inversiones conservadora. «La rápida sucesión, la forma en que se ha producido, es casi un efecto cascada», añadió.
«Todo ese mundo de capitalismo de partes interesadas ESG (ecología, responsabilidad social y gobernanza), y, DEI se había alejado demasiado de lo que querían los clientes«, dijo Bowyer. «Los accionistas no estaban pidiendo esto», incidió