El Centro Transgénero de la Universidad de Washington del Hospital Infantil St. Louis ha anunciado que los médicos ya no recetarán bloqueadores de la pubertad ni hormonas cruzadas a menores de edad.
Estados Unidos comienza a retroceder así en la ideología trans, como ya han hecho otros países europeos como Reino Unido, Francia, Suecia, Noruega o Finlandia. Todos ellos recomiendan ahora el acompañamiento psicológico para este tipo de casos, algo que en España —como consecuencia de la ley trans aprobada por el Gobierno— ya no es necesario.
La decisión del hospital de St.Louis llega después de meses de polémica en Misuri y tras la entrada en vigor en agosto de una nueva ley en este estado que limita las intervenciones hormonales y quirúrgicas para la transición de género a pacientes mayores de 18 años.
«Estamos descorazonados por tener que dar este paso. Sin embargo, la ley recientemente promulgada en Misuri sobre la atención a personas transgénero ha creado un nuevo reclamo legal para los pacientes que recibieron estos medicamentos cuando eran menores. Este reclamo legal crea una responsabilidad insostenible para los profesionales de la salud y hace que sea insostenible para nosotros continuar brindando atención integral a personas transgénero para pacientes menores sin someter a la universidad y a nuestros proveedores a un nivel inaceptable de responsabilidad«, han comunicado desde el centro transgénero.
El centro ha tomado esta decisión después de que, a principios de año, se iniciara una investigación sobre las prácticas que se estaban realizando en el hospital. En febrero, la extrabajadora del centro Jamie Reed denunció prácticas peligrosas dentro de la clínica. «Durante los cuatro años que trabajé en la clínica como administradora de casos (era responsable de la admisión y supervisión de los pacientes), alrededor de mil jóvenes angustiados cruzaron nuestras puertas. La mayoría de ellos recibieron prescripciones hormonales que pueden tener consecuencias que alteran sus vidas, incluida la esterilidad», explicó Reed al diario The free press.
«Dejé la clínica en noviembre del año pasado porque ya no podía participar de lo que allí pasaba. Cuando me fui, estaba segura de que la forma en que el sistema médico estadounidense trata a estos pacientes es lo opuesto a la promesa que hacemos de ‘no hacer daño’. En cambio, estamos dañando permanentemente a los pacientes vulnerables a nuestro cuidado«, denunció.
Reed catalogó casos de jóvenes con graves problemas de salud mental a los que, al llegar al centro, se les recetó medicamentos que alteraron su salud de forma irremediable y que incluso se sometieron a cirugías de las que pronto se arrepintieron.
El Centro Transgénero rechazó entonces la evaluación de Reed y llevó a cabo su propia investigación interna antes de declarar que sus acusaciones eran «infundadas».
Sin embargo, la denuncia de esta extrabajadora ha ido ganando peso conforme ha avanzado el año, sobre todo después de que varios legisladores se posicionaran en contra de la «libre autodeterminación de género» y de que los medios se hiciesen eco de varios casos de expacientes que habían decidido detransicionar.
La denuncia de Reed provocó que el fiscal general de Misuri, Andrew Bailey, decidiese abrir una investigación contra la institución. «Quiero que Misuri sea el estado más seguro del país para los niños. Hemos recibido acusaciones inquietantes de que personas del Centro Transgénero del Hospital Infantil St. Louis han estado dañando a cientos de niños cada año, incluso utilizando medicamentos experimentales en ellos», anunció en su cuenta de Twitter.
A partir de la investigación de Bailey, el gobernador republicano, Mike Parson, aprobó en junio una ley que prohíbe las cirugías y los tratamientos de cambio de género en menores, así como la participación de mujeres trans en categorías femeninas.
De ahí la «responsabilidad insostenible» a la que se refiere ahora el Centro Transgénero en su decisión de retirarse de esta área de la atención médica. La nueva ley de Misuri también ha ampliado hasta 15 años el periodo de tiempo del que los expacientes disponen para demandar a las clínicas por daños y prejuicios.
Para muchos expertos estadounidenses que se han posicionado en contra de la autodeterminación de género esta «responsabilidad insostenible» puede ser el principio del fin de la transición de género en menores de edad.