Durante su primer mandato, un inexperto Donald Trump llenó su Gobierno de sucesivas «criaturas» de esa ciénaga de Washington que pretendía drenar, muchos de los cuales torpedearon sus órdenes y le pusieron como no digan dueñas al salir de la Administración. Esta vez, al parecer, Trump ha aprendido a conocer el paño en Washington y no cometerá el error de rodearse de quienes no comparten su visión.
«No invitaré a la ex embajadora Nikki Haley ni al ex secretario de Estado Mike Pompeo a unirse a la administración Trump, que actualmente se encuentra en formación», escribió el presidente electo en su red social Truth el sábado por la noche. «Disfruté y aprecié mucho trabajar con ellos y me gustaría agradecerles por su servicio a nuestro país. ¡Hagamos que Estados Unidos sea grande otra vez!».
El mismo día, el New York Post informaba que «desde que ganó las elecciones del martes en una victoria aplastante contra la vicepresidenta demócrata Kamala Harris, Trump y su equipo han estado trabajando a puerta cerrada en Mar-a-Lago para dotar de personal a la administración del 47º presidente, siendo la lealtad el requisito principal del trabajo».
Haley y Pompeo no han sido especialmente leales a Trump, por decirlo suave, pero no es sólo eso. El 29 de octubre, a pesar de haber manifestado su apoyo a Trump, Haley criticó su campaña por ser «demasiado masculina». Según el Daily Beast , «Haley no sólo dijo que los ataques a Puerto Rico que se produjeron en el mitin de Trump durante el fin de semana eran problemáticos», sino que la campaña también tenía que analizar «cómo estaban hablando de las mujeres».
En cuanto a Pompeo, el Post señaló que «los republicanos también le han criticado por apoyar la investigación del fiscal especial Jack Smith sobre Trump por la posesión de supuestos documentos clasificados». Roger Stone escribió: «Si meten a Pompeo en la próxima Administración de Trump, su historia muestra que promovería la hegemonía del estado profundo en lugar de una auténtica agenda de America First».
La primera administración se vio entorpecida una y otra vez por republicanos del establishment en su Administración, como John Bolton, John Kelly, HR McMaster y otros. Que haya anunciado tan pronto que Haley y Pompeo no entrarán en su equipo promete que la lucha contra «la ciénaga» podría ser real esta vez.