El comentarista político y ex estrella de la Fox Tucker Carlson ha publicado un nuevo vídeo en la plataforma Twitter, su nuevo canal tras el divorcio con la cadena televisiva. Como ocurrió con los dos episodios anteriores, el vídeo ha cosechado en pocas horas millones de visualizaciones, una audiencia que ya quisieran los grandes medios de comunicación estadounidenses; publicado en la madrugada de este miércoles, la tercera entrega ha sido vista por casi 35 millones de personas en 12 horas.
Carlson aprovecha la noticia del día, la declaración de Donald Trump en un juzgado de Florida por el caso de los documentos clasificados, «los primeros pasos de un proceso diseñado» para meter al expresidente «entre rejas el resto de su vida», para recordar el día en que, según el expresentador de la Fox, el destino de Trump quedó fijado para sentencia.
«Los noticieros de la televisión transmitieron en directo cada segundo de un suceso que, según nos decían aparantemente conmocionados, no tiene precedentes. Pero estaban fingiendo, porque sabían que este momento tenía que llegar. Cualquiera que haya estado mínimamente atento sabía que lo que acababa de suceder iba a suceder inevitablemente», dice Carlson en el vídeo.
Según precisa, este destino se hizo «inevitable» el 16 de febrero de 2016. «Ese es el día en que Donald Trump se convirtió en enemigo jurado de la mayor y más poderosa organización en la historia de la humanidad, el Gobierno federal», continúa.
«No tenía nada que ver con lo que Trump dijera sobre inmigración, o comercio con China, o violadores de México, esas son las historias que dominaron los titulares ese año: Trump es un racista, que lo detengan, gritaban entonces», señala Carlson, pero en Washington eso «solo era ruido», nada de eso significa mucho para «el Washington permanente». «Lo que importa, entonces y ahora, es la política exterior, las invasiones y ocupaciones y las guerras de poder: las decisiones que determinan qué poblaciones globales prosperarán y cuáles morirán. Las políticas que vienen con un coste de billones de dólares, las que con el tiempo han convertido a los condados de DC en los suburbios más ricos del mundo», asegura.
«Cuando hay un debate sobre cualquier otra cosa, por ejemplo, el techo de la deuda, ambas partes adoptan el papel que les toca y se ponen a pegar gritos», explica Carlson, pero «cuando el Congreso decide empezar una guerra, no importa cuán tonta o contraproducente u obviamente desconectada de los intereses de Estados Unidos, cuando eso sucede, los líderes de ambos partidos saltan automáticamente en su apoyo como payasos de circo».
«Defienden esa guerra implacablemente contra toda evidencia, hasta que alguien hace sonar la campana y pueden empezar a admitir que, en realidad, tal vez no fue una gran idea. Teníamos buenas intenciones, pero no funcionó. La buena noticia es que hemos aprendido muchas lecciones importantes», continúa.
«Al final, por lo general dicen algo así, pero solo después de que las emociones se hayan enfriado y los detalles condenatorios hayan comenzado a desvanecerse de la memoria colectiva. Es una disculpa que en realidad no es una disculpa, mucho menos un arrepentimiento y es demasiado tarde para que tenga consecuencias, en cualquier caso», asegura el periodista.
Carlson señala que hasta ese momento no se permite la «disidencia», esa es la «primera regla» de Washington, una norma que Trump «no se molestó» en seguir. «Viene de fuera de la política, así que tal vez no sabía que era una regla o quizá simplemente no le importaba. Sea como fuere, siete años y medio después podemos señalar el momento preciso en que el Washington permanente decidió enviar a prisión a Donald Trump«, revela el presentador.
Carlson rescata entonces unas declaraciones que el expresidente estadounidense realizó durante el debate de los candidatos republicanos en las primarias de 2016, que tuvo lugar en Greenville, Carolina del Sur: «Nunca debimos haber ido a Irak; hemos desestabilizado Oriente Medio. Mintieron, eso es así. Dijeron que había armas de destrucción masiva, no las había y sabían que no las había, que no había armas de destrucción masiva», dijo el entonces candidato en la carrera hacia la Casa Blanca.
Según Carlson, lo que condenó a Trump fue la segunda parte, ese «mintieron», ese «sabían que no las había». «Lo dijo y eso selló su destino. Era lo único que no se le permitía decir porque implicaba a demasiadas personas en ambos partidos, que en este tema son realmente un solo partido», afirma el periodista norteamericano. «Todos son culpables; todos sabían, todos mintieron, y todos odiaron Donald Trump por desenmascararlos», añade.
Después de ese episodio, quedó «bastante claro», dice, que incluso si llegaba a presidente, a Trump «le sería muy difícil controlar el Gobierno federal del que se suponía que estaba a cargo». «La mayor parte del Washington permanente decidió que frustrar a Trump era la misión más importante de sus vidas», continúa Carlson, pero los «más cautelosos» se acercaron al entonces presidente, «en lugar de oponerse abiertamente a él». «Lo adularon, se congraciaron con un hombre que, entendieron intuitivamente, era vulnerable a la adulación, y lo hicieron para dinamitar desde dentro su nueva Administración», asegura.
«Invariablemente, los que más halagaban a Trump más lo odiaban y estaban más en desacuerdo con sus puntos de vista. Se les veía en los pasillos de la Casa Blanca y en las conferencias de prensa; estaban allí babeando sobre su jefe con una elaborada humillación, como si se dirigieran a un monarca o a un dios», comenta Carlson; y da nombres: «Mike Pence, Nikki Haley, Mike Pompeo, Lindsey Graham en el Congreso. Todos calificaban a Trump de genio visionario… hasta el momento en que perdió el poder, cuando revelaron su verdadera agenda real y se unieron al poder supremo».
En este sentido, Carlson cita un ejemplo de este mismo martes, las declaraciones sobre el juicio de Trump realizadas por Pompeo en Fox; a la sazón, secretario de Estado con el expresidente republicano: «El presidente Trump tenía documentos clasificados que no debería haber tenido. Y luego, cuando se le dio la oportunidad de devolverlos, optó por no hacerlo por el motivo que sea… Eso es contrario a la protección de los soldados, marineros, aviadores e infantes de marina de Estados Unidos… y si las acusaciones son ciertas, algunos de estos eran documentos importantes bastante serios… así que eso está mal«, declaró Pompeo.
«Que los futuros historiadores que traten de descubrir los misterios del último imperio de Washington estudien ese vídeo, porque les revelará todo lo importante. Ese mismo Mike Pompeo, el que se burla de Donald Trump en la televisión esta mañana, ese tipo sirvió a Donald Trump como director de la CIA y como secretario de Estado. Esos son los dos puestos más poderosos del Gobierno federal y, mientras trabajaba en esos puestos, Pompeo prometió, de hecho lo juró, apoyar la agenda del presidente», señala Carlson.
¿Por qué?, se pregunta el presentador, «porque así es como funciona una democracia: votas por un candidato con la creencia de que los colaboradores que elija llevarán a cabo las políticas por las que se votó. No se trata del presidente, se trata de usted, el votante».
Según Carlson, Pompeo no hizo eso, «ni siquiera lo intentó», sino que «socavó el compromiso a menudo declarado de Trump con la paz y la no intervención en el extranjero en todo momento«. «Todas sus horas de vigilia las dedicaba a fomentar la guerra en algún país lejano. Irán, Siria, Rusia, Corea del Norte… la lista sigue, pero en lugar de decirle a Trump que no estaba de acuerdo con sus ideas como lo haría un hombre, Pompeo halagó a Trump, un hombre al que despreciaba, de la manera más aceitosa y exagerada imaginable«, asegura.
«Quienes hemos visto en directo la adulación implacable de Pompeo nunca lo olvidaremos: era insoportablemente repulsivo. Nadie que se respete a sí mismo podría hacer algo así, pero Mike Pompeo lo hacía sin esfuerzo, con gusto y brío. Ahora, esa misma persona le dice a los televidentes de Fox News que teme por la seguridad de nuestro ejército, nuestros soldados («Marineros, aviadores e infantes de marina») porque Donald Trump se llevó a casa algunos documentos clasificados y no los devolvió de inmediato al Achivo Nacional», continúa Carlson.
«Qué tontería: Mike Pompeo sabe que es mentira. Se ha pasado la vida en Washington, una ciudad donde hasta las notas internas sobre el Día del Trabajo se clasifican alto secreto porque todo se clasifica igual. El gobierno ha clasificado más de mil millones de documentos federales, la mayoría de ellos aburridos y sin sentido y que no representan un peligro para nadie, y los ha calificado de secretos», explica el periodista. «Nada de esto se hace para hacer que Estados Unidos sea más seguro, igual que las restricciones de Covid no se diseñaron para garantizar tu salud. No, es un sistema de castas, esa es la razón, y tú eres el paria en esta jerarquía», añade.
«¿Cuántos documentos secretos crees que Dick Cheney —vicepresidente de EEUU en la era Bush— se llevó a casa mientras dirigía la guerra de Irak? ¿Cuántos leyó su esposa? Ella nunca tuvo una autorización. Nunca sabremos la respuesta porque no hay ninguna posibilidad de que se investigue a Dick Cheney o de que se les diga a sus empleados que usen micrófonos en su presencia. A él nunca se le llevará al banquillo por esto», porque Cheney «es un neoconservador» y Trump «no lo es». «Dick Cheney apoya la guerra con Rusia, Trump no. Esa es la diferencia: el resto es solo una distracción», asegura.
El enjuiciamiento de Donald Trump es «político», dice Carlson. «Es literalmente el principal oponente político de Joe Biden», por eso el actual presidente «está haciendo lo que ningún presidente se ha atrevido a hacer». «Está instrumentalizando la ley para encerrar a su principal rival: es lo que está pasando ahora mismo, y cualquiera que lo niegue miente», sentencia el presentador.
Carlson asegura que el enjuiciamiento de Trump es, además, «ideológico». «Nadie con las opiniones de Trump puede tener poder en este país. Critica nuestras Guerras y estás descalificado, si sigues así te mandamos a la cárcel», dice. «Ese es el mensaje que envía Washington, no solo el partido demócrata, sino ambos partidos», advierte el periodista estadounidense.
«¿Qué pasa con los votantes? ¿Qué están aprendiendo de este espectáculo? Bueno, sobre todo están aprendiendo que no tienen ningún poder porque no interesan a nadie», dice Carlson. «A diferencia de muchos de nuestros líderes electos, viven en el verdadero Estados Unidos». «Uno pensaría que las personas que se encuentra por la calle se verían felices y prósperas; este es un país muy rico. Pero no es así para muchos», continúa, «¿a dónde fue todo el dinero?«, se pregunta el afamado periodista.
Ep. 3 America's principles are at stake pic.twitter.com/eJNSUVvvqY
— Tucker Carlson (@TuckerCarlson) June 13, 2023
«Bueno, está en Washington, está en Fairfax, en los condados de Loudoun y en el frondoso y perfectamente cuidado noroeste de Washington. Y, por supuesto, una gran parte fue a Ucrania», responde el propio Carlson. «No porque nadie haya votado por eso; nadie votó que se le regalara ese dinero, nadie querría hacerlo, pero como Joe Biden y sus muchos aliados, desde Chuck Schumer hasta Mitch McConnell, Paul Ryan y todos los presentadores de noticias de toda la televisión, todos creen que Ucrania es su futuro, su infraestructura es más importante que la ciudad en la que vives», afirma.»Lo piensan de verdad, todos los que están en el poder… menos Donald Trump«.
«Trump es el único tipo con una oportunidad real de convertirse en presidente que disiente de la perenne agenda de guerras sin sentido de Washington. Y esa es la razón por la que están intentando eliminarle antes de que puedas votar por él y eso debería molestarte más que cualquier cosa que haya sucedido en la política estadounidense en tu vida», comenta Carlson.
«Incluso si no piensas votar a Donald Trump, incluso si prefieres morir antes que votar a Donald Trump, lo cual es tu derecho y mucha gente buena lo cree así, aún así, la destrucción de nuestra democracia» debería «quitarle el sueño». «Sí, Donald Trump era un hombre imperfecto, pero sus pecados son menores en comparación con los de sus perseguidores. En esta vida no podemos elegir a nuestros mártires, solo podemos elegir nuestros principios… y los de Estados Unidos están en juego», concluye Carlson.